Pero los tangos no tienen algo de melancolía, Clarita???
Rutinarios días: (puag¡) :)
A ver... Pongámonos en sintonía: si te percibo triste me tendré que sentir triste, ¿no? Si constato en tus letras la alegría desbordante de una chiquilla vivaracha tendré que aclimatarme poco a poco a tu nuevo estado anímico, supongo. Tú serías como la tierra, que se calienta o se enfría de forma súbita. Yo como el mar, pues tardo más en desprenderme del frío o el calor. Verifico que no te ha hecho falta recurrir al licor de chocolate para transitar por una bruma de congoja antes de caer en la etílica, jajajaja. Confieso que había sacado del mueble-bar una botella de Dry Martíni para hacer lo mismo que tú, llantos y mocos incluidos. Por lo que me cuentas, habrá que volverla a guardar. :)))
Soportar/disfrutar, mmmmm… pienso: interesante relación de conceptos antagónicos. Si uno se disfruta como es, también se soporta, creo yo, no sólo por sus errores o defectos, que podrá sin duda corregir: también por circunstancias casuales e involuntarias que le han tocado en suerte. Bien es verdad que si se soporta se disfruta menos, y que hay que procurar hacer siempre lo contrario. Pero el mismo peso de la existencia, su propio efecto físico per se, a veces resulta insoslayable.
Creo que me excedí en lo de tomar el vuelo, aparecer a tu lado y sostenerte entre mis brazos, fue un impulso instantáneo que no debí escribir, no sé, no quería incomodarte, pensé en ello como un modo de consuelo recíproco sin ninguna otra intención, ni física ni carnal, a ver si me entiendes, no quiero que pienses mal de mí, no sé si allá los españoles tenemos fama de libertinos desatados pero no es mi caso, desde luego, ni tampoco insinuaba irme a vivir contigo, por supuesto que no. Además, yo no sería digno de ti, ni por el día ni durante la noche. Hace dos años que vivo solo, deambulo por casa como un fantasma, mi pipa, mis libros de leyes, papeles, informes, te puedes imaginar. Cualquier cosa menos un tipo atractivo, un “metrosexual” que dicen aquí.
Mi temperamento se abre en momentos de confusión, y cuando me enfado parezco un ogro, pero bueno, enseguida se me pasa, en el fondo tengo más de crío que de otra cosa, deberías conocerme, no sé, en un lugar neutro, por supuesto como simple amigo, digo neutro porque te daría la excusa perfecta para marchar por cualquier motivo con tal de no volverme a ver nunca más, jajaja. Londres sería un lugar perfecto, aunque tampoco quiero inducirte a nada. Olvídalo si no te interesa.
Anoche estuve haciendo limpieza en la bodega informática de mi PC: encontré un mail de una clínica ginecológica donde iba Eugenia para hacerse las revisiones, me extrañó porque la citaban para hacerle una biopsia, circunstancia que jamás me comentó. Sabía que tenía un bultito en el pecho, una acumulación de grasa, sospechamos, un ganglio linfático quizá. Convinimos que fuera al médico, recuerdo también que tenía desarreglos con la menstruación, quise acompañarla pero no me dejó. Al regresar me dijo que le habían mandado hacerse unas pruebas sin importancia, ni mentó la palabra “biopsia”. Ahora no sé qué pensar.
Londres es lindo, no tenéis en el cono sur mejor adjetivo para describirlo, si por mí fuera me quedaría a vivir allí, agazapado en un ático con un buen libro de poesía entre manos mientras en la calle, adornada con dinteles de piedra en las entradas y fachadas de ladrillo rojo, precipitan algodones de nieve con un rumor de gasa o terciopelo.
Guardo al menos los poemas que me transcribes y envías a este Madrid hosco, desabrido y gris que me pesa. Cinco meses y dos días disfrutándome, según tú, soportándome, según yo, desde que empezamos a escribirnos.
Besos… tal vez, como diría Discépolo, sin corazón.
Augusto
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