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Búsqueda
Deambulo por la casa vacía como un velero sin viento. Miro las fotos y deshojo recuerdos. Me detengo frente a una grieta en la pared y estudio su recorrido con interés de hormiga.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Ahora entro al baño y ni siquiera tengo deseos de orinar. Le saco la lengua a la que me mira con ojos fijos y me lavo los dientes. Se los muestro a mi reflejo con expresión feroz.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Paso por el escritorio y enciendo la computadora. Uso el tetris para dejar mi cabeza en cero, pero pierdo todas las partidas y parte de la paciencia en el intento.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Recorro la pila de CD’s sin encontrar la musicalización adecuada para la tarde. Prendo la tele, que me grita absurdidades y se ríe con agujeros vacíos. La radio me satura con Rita Lee y el bosa hace más denso mi sudor.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Salgo al balcón y arranco yuyitos liliputienses de las macetas. Me asomo al sol de enero, vacío de gente que camine la siesta. Un taxi frena en el semáforo y veo el pucho que tira el pasajero. Si fuera de madrugada podría deleitarme con la brasa roja agonizando en el asfalto.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Entro al dormitorio, corrijo la inclinación de un cuadro que, ahora sí, está bien torcido. Revuelvo mis libros leídos mil veces deteniéndome en una página que miro como si estuviera escrita en polaco. Abro el ropero y acaricio tu ropa, me llevo la manga de una camisa a la nariz pero sólo huelo jabón y un poco de aire limpio.
Voy a la cocina. Abro la heladera. No encuentro lo que busco. Cierro la heladera.
Compruebo por milésima vez el tono del teléfono. Pongo el celular en el cargador aunque la batería marque full. Ya estoy por revisar (nuevamente) el mail cuando suena el timbre.
Voy a la entrada. Abro la puerta. ¡Por fin encontré lo que buscaba! Cierro la puerta.
Enero 2003 |
Texto agregado el 07-03-2003, y leído por 352
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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23-04-2003 |
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... Abro la heladera, saco una jarra de vino. Cierro la heladera, entro en la cama, me siguen. Saludos Zariz |
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17-03-2003 |
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me recuerda a algunos textos míos escritos en tardes de domingos veraniego aburridos y solitarios.
muy bueno mauro |
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07-03-2003 |
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Y que tanto se puede encontrar en una heladera, divertido me gusto la narrativa, saludos arecife |
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07-03-2003 |
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Ese tipo, si a la próxima pestañea,pierde.Saludos. andueza |
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07-03-2003 |
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El ataque de ansiedad tuvo final feliz esta vez. Un abrazo rafajapon |
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07-03-2003 |
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joder, que bueno... me dejas mirar en tu heladera? jajaja Gracias por compartir este cuento con nosotros, me ha encantado! Muaks! moebiux |
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