Casi sin descanso en el apogeo de la inercia soy yo quien mira el cielo estrellado, es ella la que sueña con volar con las estrellas. Estuvimos diez años conforme con lo q veíamos, más ahora nos sacaron la venda y los espejos se rompieron. Mirame ahora como un reflejo erróneo de lo q somos, mirame ahora como un charco fangoso que deforma la expresión de nuestra cara. Nadie esta conforme con tus cambios, a nadie le gusta cortarse con tus ojos rotos. Estallaron en millones de añicos aquella vez que nos quitaron la venda. Cuando lo que pensamos que era oro se convirtió en plata y comenzamos a sentir el peso de los años sobre nuestros hombros. Mientras miro al cielo y te imagino sentada en una estrella, la ignorancia de quien nos quito la venda se asienta en mi corazón. Lo torna negro de a poco y ya ni él consigue ver su propio reflejo. Alguien clava las garras de traición en mi cara, y debo estar sangrando, pero ya no puedo sentir nada. No veo gotitas rojas desparramadas por mi cara. Solo veo una gran nebulosa, y ya no distingo el color de mis ojos. Y después pasa lo mismo, el espejo estalla en añicos. Entonces el cielo comienza a extraviar una por una las estrellas que lo recubren y adornan, y se vuelve tan simple, tan feo, tan así como sos vos. El eclipse se completa con tu última sonrisa, que se inmortaliza en un relámpago eterno. Entonces ahora miro al cielo ennegrecido, y puedo verte allí, observando tu propio reflejo.