Como cayeron tus palabras
en la piel
hasta prenderse en incendios
incontrolables ,golosos,
palpables,
de estallidos irreales,
en un instante
en que no hubo silencio,
tampoco tiempo ,
tampoco vida;
sólo pasión
sin sábanas blancas,
con palabras lujuriosas,
reinventadas...
Y desde entonces,
cuando el pretendido espacio real
hace su aparición,
ojos enceguecidos lo acompañan,
bocas mudas
navegan en espacios virtuales
y caen sobre el monte de Venus,
diosa de las noches olvidadas
donde habitaba la soledad.
Ya , ni la poesía maldita,
ni la bendita tampoco
irrumpen en la disparatada geografía
del amante noctámbulo,
para secar la lágrima del placer
y que esta posponga su muerte aguda.