NACIMIENTO. CUENTO.

__¿Recuerdas, Agustín? __medio somnolienta por mi estado te decía, mientras esperaba que
terminaras de comer:..__ no pidas las vacaciones todavía, por mis cálculos, me voy a
mejorar la primera semana de diciembre__

Como siempre, inventas escucharme, pero después haces todo a la pinta tuya. Desde el 10 de noviembre no vas más a trabajar, debes reintegrarte el primero de diciembre.
Por supuesto, en estos casos, una como mujer siempre le acierta, los síntomas se presentaron el día 2.
De madrugada, tomas mi maleta, me vas a dejar a la maternidad del hospital San Juan de Dios.
Antes de subir al ascensor, me esperaba una enfermera, nos despedimos con mucha aprehensión nos besamos, como si nunca más nos volveríamos a ver.
Después supe de tu miedo y nerviosismo, me enteré como aquel taxista único en Santiago con una grutita de la Virgen de Lourdes detrás de su volante, dejó de trabajar para secundarte en tu papel de padre primerizo.
Acompañándote en el bar, mientras se bebía su café negro, tú degustabas cerveza, te dijo:
__Amigo, todo va a salir bien con su señora, tenga fe, encomiéndese a mi virgencita__.


En la sala seguía con sueño. Pasó el doctor de turno haciendo su ronda, sentí un alegrón al recocerlo, hacía mis controles en Madre y Niño. Después de examinarme, me dijo:
__Paciencia, usted ya sabe que su guagua viene de nalgas__ y pasó a la próxima parturienta.
Después de varias horas de lentas contracciones, la matrona que recibió el turno vino a medirme, mandó cambiarme a la sala de partos.
Me colgaron el suero, e inyectaron para apurar, me dio más sueño todavía.
Se vino el nuevo día, mi guagua (bebe) no se decidía a nacer, aparecieron en escena un profesor con su alumno.
__A esta embarazada hay que colocarle la raquídea__
Me indicó sentarme bien a la orilla de la cama, doblarme hacia adelante lo más relajada posible, apenas si sentí el pinchacito en la base de mi columna.
No recuerdo cuando me volvieron a acostar, debo haberme desmayado o dormido de nuevo, al abrir los ojos vi a la enfermera con un bultito azul en las manos.
__¡Corra al respirador!__ la urgió el doctor.

De muy lejos, me llegaba la voz del profesor, colocándome los puntos mostraba al alumno los pasos a seguir después del parto, busque a mi lado, estaba vació.

Cuando volví de mi letargo, parado junto a mi, tú sostenías mis manos.
Mi ginecólogo, te explicaba:
__Ustedes son jóvenes, sanos, en la oficina tres atiende la Asistente Social, ella los ayudará
a iniciar los trámites de la adopción__.