A ellos les gustan las mujeres como yo, descalzas, de húmedos labios, de manos sin domesticar. Potras cínicas que arrastran dolores de amores pasados, que mueren por una boca cargada de lujuria, esas en las que “el qué dirán” lo dejan en los tacones.
Les gustan como yo, porque saben que no me compran con champagne, ni con palabras mundanas, que hace falta decir, sin decir, tocar sin tocar, y aún así, lograr colgarse de mis tobillos por largo tiempo.
Como yo, que sin ser una cualquiera, les doy la dosis exacta de misterio, paranoia en espiral, o un aroma que no desaparecerá del cuello de sus camisas.
Así como yo, que balanceo la intemperancia y la ternura al mismo ritmo, que no se abraza a las dudas ni gusta de los irresolutos, que precisa de la santidad tanto como del pecado, de la fiebre que producen unos brazos, del sudor sin medida exacta en el momento preciso.
Les gustan así, que quieren cuando, como y porque es debido, que no se matan si se van, que tienen dedos que gritan y que son capaces de pagar un taxi y decir adiós sin dejar un rastro.
Estas, como yo, que enfrentan lo que se enfrente, que no se avergüenzan de ser eco en su propia ausencia, que no esconden la vida bajo el colchón. .
Como yo, que abusan de sus caprichos, que leen a la Pizarnik y a Benedetti con la misma vehemencia, que desprecian la posesión por una firma, que creen en la locura igual que en la prosa enfurecida.
De estas que nunca se confiesan, que odian el automatismo y lo doméstico, que conocen de la hipocresía del aniversario de bodas, que son indignas a los ojos de las señoras, que como ellas, una vez creyeron en lo eterno, que se enamoran, que no tienen dueño y que abusan del vino, el salmón y el paté cuando los prepara otro.
A ellos, les gustan así, como yo, con una montaña rusa en sus rodillas, que inevitablemente, y por gravedad, llegará hasta su ombligo de la misma forma que se suceden las notas musicales de una pieza de Jazz.
Así les agradan, haciéndoles creer que pueden mentirles, que subestiman su inteligencia, y como yo, quien suscribe, que vuelan sin alas y excavan sin ser reptiles, cuya mirada hace curvas en el aire antes de verles lejanas, descalzas y vencidas.
Acuarela
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