Como dice en mi bibliografía me cambié mucho, de ciudad en ciudad.
En una de ellas (no diré el nombre, por seguridad a sus habitantes) ví como intentaban asesinar lentamente a un hombre.
La ventaba de mi cuarto (sin malditas rejas) daba justo a la muralla del patio, y al cerro de enfrente, ese cerro tenía un pequeño camino que lo rodeaba como una serpiente zig-zag, arriba estaban las poblaciones más brigidas que te puedas imaginar
Con tal que una noche 30 de febrero, llegué a mi casa al rededor de las 25 de la mañana, un poco tarde, entro a mi pieza y escucho a mi perros ladrar porque escuchaban ruidos extraños, en ese tiempo no existía mi gato así que no jugaban pocker, no tomaban tequila, ni fumaban con grandes pipas.
Miro cerro arriba y veo que un grupo de hombres, al rededor de 10 estaban agrediendo, en plena penumbra nocturna, a un hombre de no muy gran altura ni maseteado, más bien era bastante flaco y desastrado. Al principio pensé que era solo una jugarreta, ya que siempre se juntaban pendejos a jugar, pero ahora era demasiado tarde.
Estos tipos toman al pobre hombre, lo patean, apuñalan, escupen, golpean con piedras. Escucho sus gritos, sus deseperados gritos de auxilio, siento que veo su cara de sufrimiento pidiendo ayuda. El resto de los hombres se reian sin cesar, las carcajadas apagaban los gritos del herido.
Yo congelada, no podía decir nada, tenía la luz de mi cuarto encendida, que podía hacer, si me movia me verian y quizá que vendrían a hacer, la verdad tampoco tenía deceos de moverme, estaba tan expectacular la lucha que no quería perderme ningún movimiento.
Uno de los tipos toma al hombre, lo levanta con las dos manos, le grita ¡púdrete mierda, conchetumadre, nunca más volverás a meterte con nosotros!. Saca un arma, saca un gran cuchillo cocinero, se parecía a un machete y le corta los cojones.
OUCHHH... eso dolió, toma la presa asquerosamente y la guarda en una bolsa, y la mete dentro de su chaqueta de cuero. El resto de los hombres lo miran asustados, pero luego se dan cuenta que fué lo mejor que pudo hacer.
Pobre hombre me decia entre mí, ya juraba que estaba muerto, así que decidí dormir, no me digné a llamar a la poli porque estaba segura que alguien más lo habría visto y habría llamado.
Apagué la luz me acosté y derrepente, escucho gemidos, no podía creer que estaba vivo, y si estuviera, estaría inconciente por el dolor.
Me paré, me vestí, subí al cerro, lo ví tirado le pregunté tranquilamente que pasó, por qué le hicieron eso. No llegaba nadie, nisiquiera los vecinos, lo levanté con dificulta ya que a pesar de ser delgado igual pesaba mucho, la idea era llevarlo a un hospital. Me tomó la mano y me dijo que se lo merecía, había violado a 15 hijas de los 10 hombres que lo habían golpeado, prefería morir ya que no podría seguir abusando de ellas, me asusté, me sujetó fuerte la mano, no quería que lo dejara, pero en fin, de que podría tener miedo si ya no podría hacerme nada.
Lo peor de todo es que de las 15 hijas de los hombres 10 quedaron embarazadas y no tenían más de 17 años cada una, una tragedia. Pero no me van a creer aún, ese hombre era mi tío Don Pepe, y pensar que yo sin saberlo también era hija de un violador, de este mismo. No lo supe hasta que mi familia al día siguiente me dijo que era adoptada, todo una mierda, mi tío un violador, nisiquiera mi tío, era mi papá, que asco, mi papá un violador.
Se preguntarán que pasó con él.
Bueno él se sanó pero se convirtió en Homosexual, se contagió el sida, no por contagio sexual, sino, porque le estaban haciendo una transfución de sangre. Y ahí esta el pobre hombre, sin pene, con sida, y muriendose en una cárcel, le están haciendo lo mismo que el hacía a otros, pero lo diferente es que él lo disfruta. |