>>Cada noche que vuelves a mi vida, me haces sentir que nunca te fuistes. Pero el amanecer traidor me devuelve a la realidad.
>>No quiero seguir mi vida así, Lucía. Necesito sentirte cerca.
>>Cuento los minutos que nos separan, y cada vez se hacen más eternos. También me gustaría mirarme en tus ojos a cada instante, saber que nuestros destinos se han completado, y han terminado uniendose.
>>No quiero soñar con otra vida, te quiero aquí, a mi lado. No quiero dar un paso sin tí, sería como caminar hacia el infierno.
>>Sabes que tienes miedo de amar, tu coraza es la distancia. Sí algún día estuviesemos juntos, temerías perderme o lo que te da más miedo aún perderte.
>>No quiero pensar en nada, te amo.
>>Yo también, por eso no te pido nada, aunque se me valla la vida en ello. Moriré en silencio, mi alma se quedará sóla, esperandote.
>>Necesito que me lo pidas, necesito sentir que quieres ser mía.
>>Quizás quieras escucharlo para tener un motivo para huir, huir de tus sentimientos.
>>No digas eso Lucía, te quiero más que a mi vida, te necesito.
>>Necesitas sentirte amado, pero te da miedo amar. Nunca te pediré nada.

Finalmente llegaron a su destino, Antonio detuvo el coche, se miraron por unos instantes, y sus labios se fundieron en un beso. Sabían que tardarían meses en verse.
Lucía, con su última mirada, intentó retener el rostro de la persona a la que amaba, sabiendo que quizás esta sería la última vez que vería el brillo de sus ojos, la última vez que se sentiría querida por él.
Como dos cobardes se despidieron, dejaron todo lo bueno que Dios había puesto en su camino por no querer correr el riesgo de sufrir.