hay tres seres que odio en esta vida, uno son los mimos, por entupidos, a quien le gusta estar imitando las personas, y sobre el hecho hacer la burla de sus movimiento, me causan miedo, y por miedo seria capaz de tener una hermosa escena de boxeo en plena calle, otros son los enanos, no tengo nada en contra de ellos, hay personas que han logrado mucho con tan poca estatura, pero aquellos enanos que basándose en su poca estatura, hacen la risa de muchos con sus trajes de payaso liliputiense, me dan ganas de aplastarlos, no se, alguna vez los mismos enanos, que trabajan, que se sacrifican por colocar la imagen de su estatura muy en alto, deberían apoyarme e ir a arrasar con estos brutales hijos del piso, para evitar lo que hacen, una tarde de marzo, me encontraba buscando empleo entre las cafetería de media noche en el centro, donde el pan no se ve, pero si la coca y el bazuco, cuando veo con horror, en la plaza de los periodistas, a tres hermosos chichones del piso, dos de ellos con un colorido rosado cubriéndolos, como cubetas, mientras que el tercero, con un verde chillón y una corneta, anunciaba la llegada de los tres enanos del futuro, mientras uno saltaba encima de otro, y otro con un perro pequines hacia ademanes de susto y terror, toda la gente que se agolpaba reía a carcajadas, yo al ver tan horroroso espectáculo, continuo mi camino, pero al iniciar mi marcha, veo como una pequeñas manos se colaban entre mis bolsillos, como raro un ladrón, entre la muchedumbre que presenciaba tan asqueroso espectáculo, pero un enano ladrón, eso era de ver, de un zumbazo, le arroje un rodillazo a la altura de la cabeza, con la mala suerte de salir disparado hacia el centro de la escena, al incorporarse, me grita aprovechado, pelea con uno de su altura, mientras, uno de los enanos, le dice, compañero, quien ha osado en maltratarte, ese imbecil que se cree muy alto, pues nosotros te apoyamos, y soltando toda su parnaferlaria del espectáculo, se abalanzan sobre mi ser, aunque no lo creen parecía como cuatros enanos, era muy difícil apuntarles un golpe directo, pero cuando lo daba, sentía una sensación de placer, pero al final termine mal tres mordiscos, una pierna un poco fracturada, partes de mi cabello que no volverán a crecer, dos hematomas que tenían un desagradable color en la piel, robado, y sobre todas las cosas, humillado por la banda de los enanos maravilla, que delicia