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Zapatillas verdes. Cordones desatados. Hacia mucho que no me veía enfrentada a esta situación. Es un absurdo si uno se pone a pensar que a esta altura de los años es algo instintivo, pero en ese momento recordé aquella hazaña de la niñez. Sonreí, y me arrodillé para seguir los pasos que en algún momento arrancaron lágrimas de mis ojos. “¡Dale! ¿¡Cuanto vas a tardar para hacer eso!?” Un grito del más allá quebró la calma de la escena, como cuando uno arroja una piedra al agua para verla rebotar y se pierde en las figuras que esboza allí. Ayyy como extraño hacer eso y luego llenarme las manos de las rocas que llegaron tan lejos que lograron desaparecer, y chapotear en esos arroyos, enterrarme en la arena, enterrarme en esos juegos. Muy insistente, el grito, logró distraerme de mis pensamientos y me atrajo hasta donde él, junto a otros gritos, yacían, para dar lugar a una sarta de habladurías que yo encontraba vaga y sin sentido. Bromeaban, escupían, se reían con histérico compás al repartir los naipes que luego se convertían en espadas de hielo tajante. Arremetieron contra mí en compañía de estas armas, que si bien eran indefensas podían tornarse dolorosas. A pesar de su enojo yo no podía alejar mi mirada de aquel objeto mágico, tan delicado, tan apacible. Ese con el que pude tocar las estrellas, acariciar sus curvas de metal y empaparme de sus pociones cósmicas. Con el que pude oír los secretos de los árboles y peinar sus copas con mis pies. Con el que pude planear junto a los barriletes mientras me manchaba con los colores del arco iris. ¿Pero por qué eso era tan lejano? ¿Por qué era sólo un recuerdo que agonizaba en el pasado? Al igual que los cordones, las piedras, el arroyo…mi sonrisa.
Ohhh la algarabía de los gritos me era insoportable, me quemaba, recorría mis cabellos con sus manos hasta despeinarme, me sacudían la cabeza hasta marearme, me insultaban hasta humillarme, reían hasta matarme. Volví mi cabeza hacia las zapatillas, el cordón se había desatado nuevamente. Suspiré con alivio, ahorqué a las voces con la pequeña soga y sin piedad hice un doble nudo; expectante me acerqué a él, sentía miedo ¿recordaría acaso como debía hacer? Tambaleé mis piernas un par de segundos, cerré los ojos con extrema felicidad y desde arriba ví aquellos naipes que chorreaban de sangre.

Texto agregado el 21-02-2007, y leído por 95 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
21-02-2007 como con muchas cosas... dps de un par de leídas logré entenderlo. Y creo que si lo sigo leyendo un par de veces más, voy a seguir encontrandole significados =). Es muy bueno. (más allá del reberendo... =@) piojosi77a
 
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