PARTE I
Si eres ciego, el distinguir entre dos billetes viejos de a 10 y 100 pesos se hace imposible. Con las monedas es más fácil, sólo hay que aprenderse los tamaños y listo. Eso si, hay que recibir la información acerca de su valor de una persona en la que se pueda confiar. ¿Y en estos días, con tanto dinero suelto por ahí, quién es confiable y quién no lo es cuando se trata de finanzas?
Hay expertos que a forcejeos de garganta, o de las manos, se avientan cabeza con cabeza en una batalla diaria librada en ciudades consideradas como índice de una prosperidad económica para acumularlo: los paradigmas del dinero. Hay otros, no tan expertos en el arte de los gritos, que se las ingenian utilizando otros métodos para conseguirlo: cuchillos, pistolas, secuestros, política.
Y volviendo al tema de los eufemísticamente estereotipados no-videntes, ¿cómo hacemos para hacer que puedan distinguir los billetes de 10 ó 50 o de 100 pesos? Recuerdo que de chico iba a llamar por teléfono y ahí habían personas ciegas que distribuían tarjetas o fichas para hacer las llamadas en esos teléfonos públicos-no-tan-públicos. Cuando el billete afloraba la pregunta era obvia ¿de cuánto es el billete? Si yo hubiera sido menos infante y más "moderno", habría contestado "¡es de a cien!", pero supongo que entonces sabía que esa indecencia no era para mí y se me grabó como hierro candente en la frente la idea de que a cada paso que daba esa persona estaba corriendo el mismo riesgo frente a otros más "inteligentes" que yo. Finalmente aprendí a mirar más lejos: una persona ciega me lo enseñó.
Las imágenes de la "teve", son elocuentes. El comentarista escoge las palabras adecuadas para causar la sensación correcta en el espectador. Al fin y al cabo las noticias y la televisión son un negocio redondo si eres capaz de ver todo su potencial.
"Como pueden ver, los desesperados habitantes de esta desolada ciudad africana no tienen ninguna contemplación con los soldados ni la fuerza policial. El camión que llevaba víveres y alimentos para esos habitantes afligidos por el hambre ha sido saqueado y toda su carga dispersa por los suelos. La gente en su desesperación no tiene ojos más que para las papas polvorosas que ahora yacen sin su sopa en el seco suelo del desierto. Los niños no pueden competir contra los adultos y son echados hacia los costados donde son socorridos dolorosamente por sus madres también hambrientas. ¡Esto es África señoras y señores! Las Fuerzas Conjuntas de la ONU han sido incapaces de contener esta tragedia y se han limitado a observar cómo la gente se disputa lo poco que sobra después del arremolinamiento de cuerpos desesperados."
En un continente golpeado por la guerra, el sida y el hambre el dinero no cuenta a no ser que seas un poderoso: el presidente o sus ministros, un militar o un político (obviamente no de la oposición). Si eres pobre y se te encuentra dinero se te acusa de habértelo robado. Si buscas comprar comida, lo haces porque estás hambriento. Entonces, ¿cómo puedes tener fuerza para ir a comprarla sabiendo que vives en medio de la nada? Tengo la impresión de que el dinero no les sirve a los pobres lo cual me hace recordar otras tantas paradojas más útiles que esta.
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