Qué tal??
La ciclotimia parece que se contagia a través de océanos, no sé, ayer tarde estuve paseando por el Parque del Oeste, muy cerca de la Universidad Complutense (que como sabes es donde trabajo), y también me sentí solo entre tantos grupos de alumnos que iban y venían cargados con sus incertidumbres, risas, pertrechos de estudios, amores, porvenires… un mundo que ya hace tiempo feneció para mí. Una vez me dijo alguien que uno siempre está solo, cuando nace, en la vida, al morir, solo con su conciencia y pensamientos. No me planteo siquiera la verosimilitud de tal creencia, pero a veces… uf, la soledad tiñe de opacidad el alma, entristece nuestros sentimientos.
Como en las películas que acaban bien, hubiera podido coger un vuelo y presentarme por sorpresa en “Bajada” para confortarte entre mis brazos, el poder balsámico de una simple caricia puede ser en ocasiones mucho más benéfico que cien noches de pasiones secretas compartidas. Y sin embargo, además de imposible, no resultaría: mi vida profesional se encuentra ya enraizada en Europa y mi carácter, bastante susceptible y algo temperamental en ciertos momentos, no se adaptaría ni de lejos al tuyo, más sinuoso, permeable, irónico, paciente. Que me echarías a patadas a los dos días, vamos¡¡ :) En resumidas cuentas, que cada uno debe soportar su propio yo y sus circunstancias en cualquier lugar del planeta azul donde amanezca.
Lo que sospechamos sobre Eugenia puede que sean conjeturas, meros fuegos de artificio en el aire. Quizá lo más conveniente sería no darle más vueltas, no enredarnos con atisbos de obsesión: tengo mis dudas, cierto es, pero en todo juicio racional se necesitan pruebas, no simples presunciones subjetivamente fundadas. Busca entre sus papeles si tu voluntad, cariño o afecto hacia ella te inducen a hacerlo, pero no creo que encuentres gran cosa, un descubrimiento prodigioso que explicase el motivo de tan trágico final.
Te dejo, la próxima semana parto hacia Londres y a través de Google quiero hacer las reservas del avión y el hotel. Me pesa Madrid, los recuerdos, la vida, necesito perderme en una ciudad tan conocida como ajena y no pensar, disolverme mientras existo, un simulacro o una sombra, antes de morir y desaparecer en la nada absoluta.
Bellos los versos de Neruda, dichoso aquel que es esperado por alguien.
Un beso.
Augusto
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