estuve sentado frente al amigo,
tenía los ojos muy grandes,
cansados de tanto mirar sin entenderlo todo
prefiero no estar tan cerca a ellos,
dioses vestidos de carne,
sentimientos enterrados en temores

estuve largo rato junto a ellos,
mas nadie dijo lo importante...
palabras y mas palabras
como esos aves que vuelan
de aquí para allá
sin saber si acá está mejor que por allá...

hablé un momento
y los ojos de todos brillaron
como niños asustados...
les dije que no sé mas nada
ellos continuaron mirando,
encerrados en sus barrotes de carne y hueso...

salí a la calle,
ellos seguían mi sombra...
les dije qué quieren
ellos seguían mirando,
con los ojos de niño perdido
les dije que a todos amaba
ellos bajaron los párpados
y hablaron como viejas personas,
como esos muñecos tan grandes
que uno llega a temerles...

me fui de su lado
y ellos se perdieron en una noche tan clara
volteé a mirarles un poco mas
pero todos empezaron a esconderse bajo las faldas de la noche...

ya lejos de todo
he leído un libro muy grande,
trata del amor por los muertos,
trata del miedo a uno mismo...
y cuando he cerrado el libro mas grande
un día a venido a mi cuarto
le he abierto todas las puertas
y el día ha venido con un cuchillo en la mano
ha cortado las cuerda de mi sueño,
y ha atado la noche en mi memoria...


San isidro, febrero de 2007