Puedo fácilmente distinguir
tus pasos
en esta dura oscuridad,
tienen un todo
que muy bien lo reconozco,
tienen un significado
que muy bien amo,
tienen una luz
que no me alumbra;
me destellan fácilmente
sin oponer nada,
tus pasos,
son tus pasos
es y son, por seguro,
mi bella y clara luminosidad.

El sonido de un viejo cerillo, me sobrevive.
Ya en este siglo, como inicio del mismo,
me regañas a vistas; sin decir nada.
Ya he terminado el último de esta noche,
te alejas a tu recamara; aquí me quedo yo,
muy solo en este fresco cobertizo
esperando una serenata
y que me lances el último cigarrillo.