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La Dama de Cristal

parte I

El Ladrón de Sueños


En una pequeña aldea, sobre un pico de una montaña elevada y nevada, llena del cálido sol y monumentos de oro, vivía una dama de cristal. Sus movimientos estaban encerrados en la voluntad de los sueños de quienes la apreciaban y admiraban: sus amigos los compatriotas. Quien la miraba fijamente no lograba percibir su frágil delicadeza encerrada en cristal. Resultaba ser una estatua inerte y tan fría como la nieve que cubría los pastizales. Los aldeanos crearon canciones desde antaño para memorar a su bella hermana, y en la actualidad le cantaban sueños que ellos mismos tenían. En un tiempo, la dama de cristal se trizó por falta de cuidado y protección. Su vida corría peligro. Hasta que un leñador varonil le contó un sueño que tuvo, y con eso creó una bella letra para una suave melodía, que hacía relumbrar de felicidad a la dama de cristal. El espectro electromagnético la atravesaba y creaba con su luz eternas bendiciones para los habitantes de la aldea montañosa. Gracias a ese leñador, la aldea aprendió a cuidar a la dama de cristal, y así, cuidarse a sí mismos. Nadie sabe cómo murió el leñador. Algunos dicen que lo devoró un oso. Otros dicen que se lo llevó un grifo volador con sus garras. Sin embargo, lo que ha todos agrada, es satisfacerse con la idea de que la Dama de Cristal lo invitó a formar parte de su realidad: sus sueños y su alma vidriosa.

Cuando los aldeanos le cantan con voz plácida y aterciopelada, con cada parpadeo logran ver a la Dama de Cristal danzando alegremente y sonriendo, otorgando paz y tranquilidad a quienes pueden contemplarla. Su contextura es delgada y divinamente curva, con vestido largo de excelencia y una corona con marcas como hechas con las más bellas piedras preciosas. Muchos han tratado de robársela y romperla en mil pedazos para venderla y obtener grandes ganancias de su cuerpo mutilado, pero los aldeanos han impedido todo intento de resquebrajar los sueños de la Dama de Cristal. Un arpa adornaba su estadía. Cuando el pueblo estaba en crisis o con el autoestima delicada, la Dama de Cristal se movilizaba y se preparaba para tocar con el arpa una melodía reconfortante que devolvía la paz y las bendiciones, y todo, con sus cristalinos dedos. Quienes tenían esperanza en ella, siempre la observaban desde los techos de sus cabañas, y con sus ojos cualificados la veían tocando, danzando y cantando lo que ellos mismos en sus pensamientos le transmitían.

Pero bajo todo su agrado, un ángel despiadado envidiaba su majestad, y planificaba engaños a los humanos, aldeanos humildes e incontaminados, para que mediante sus sueños y deseos, la Dama de Cristal muriera y su recuerdo se impregnara en las sombras del más oscuro olvido. El ángel malvado la contemplaba desde las alturas, oculto tras las nubes grises del otoño, lanzando maldiciones que destruían plantaciones y retoños de vida. Mas la Dama de Cristal, permanecía erguida lista para confiar en sus amados aldeanos.

Una tarde de invierno, el ángel malvado destrozó las ilusiones de un leñador, un descendiente del antiguo leñador que descubrió la forma de dar vida a la Dama de Cristal. Pertenecía a una octava generación. Gracias a los libros genealógicos, sabía su pasado, pero no tenía la misma intensidad. Cortando troncos con su hacha en lo oscuro del bosque, el ángel malvado logró cargar sus pensamientos de manera negativa. Volvió a casa sin un madero, y se fue directamente a la cama. Aquella noche, fue fatal para la aldea.

Una lluvia intensa anegó las cabañas cálidas de los hermanos de la Dama de Cristal. Un viento agresivo volcó toda su furia. Muchos animales murieron, y muchas almas humanas dejaron de existir. El leñador, riendo a carcajadas al contemplar aquel desastre, dominado por el ángel malvado, tomó su hacha y se incorporó, dirigiéndose directamente a la Dama de Cristal. No bastó mucho tiempo para que los aldeanos que quedaban con vida descubrieran que no había motivo para cantar y ver los suaves y hermosos movimientos de la Dama Cristalina. Sus peores miedos comenzaban a brotar, dominando así el alma de la Dama. El leñador miró con atención a la Dama de Cristal, y luego de decir unas palabras en otro idioma desconocido que expresaban la malicia de cierto augurio, golpeó a la Dama con el hacha rompiéndole un brazo. Una carcajada estruendosa junto con relámpagos y truenos, vientos huracanados y una lluvia horrorosa, marcaron el inicio del fin de la vida de la Dama de Cristal.


continuará...

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Texto agregado el 19-02-2007, y leído por 248 visitantes. (0 votos)


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