Desde donde estoy se puede ver al destino llorar. Llora espejos rotos que reflejan la verdad… Jamás podría pensar siquiera en consolar su agonía. Prestarle mi hombro para que me corte con el vidrio roto. La verdad ya me corto la cara tiempo atrás, no necesito que el destino reviva mi pasado. Pero el fuego que prendí ayer no se quiere apagar. Se mantiene débil pero perseverante. Soplo y soplo pero nada mata esa llama de infancia. No logro dejarlas atrás, no logro olvidarme el color de sus ojos, ni el color de su cabello. No logro unificarme en una sola persona que piensa y medita lógicamente. Mi mente se extiende por sobre valles de colores que simulan ser caminos hacia la desesperación. La verdad es que la desesperación es el camino que me lleva a esos valles q jamás existieron. La gente intenta, y hace el esfuerzo, yo me rindo en el primer intento. Ya no espero la verdad, ya no la sigo hasta el fin del mundo, solo la dejo estar. Si se me cruzo es por que quiso. No hay resolución en los problemas de la esfera. Circulamos y circulamos, circunnavegamos los pensamientos ajenos hasta apropiarnos de ellos y no dejamos espacio para la verdad universal. Queridas molestias en la noche, el hueso débil se resquebraja por la inocencia de aquellos q piensan en el espíritu. Los que se reflejan en los espejos y éstos no se rompen, esos que se ven verdaderamente reflejados, esas personas deben morir. ¿Como entenderse si el destino te sigue llorando? No me muestres el pasado, no quiero ver el futuro, el presente se torna negro. ¿Que hacer con el presente? ¿Que hacer?... ¿que se hace?... ¿que? Nada. Se deja ser, se vive lo mejor que uno puede, evitando los espejos, evitando tu propio reflejo. Verdaderamente nada, nada es verdadero. Ni el reflejo más puro de tu propia sombra. Ya no entiendo y tampoco quiero hacerlo.
|