En el almacén de exportación-importación del aeropuerto todo es actividad. Zumbidos monótonos, voces que dan instrucciones, máquinas que se mueven,… Y aislado de todo este ruido, en una cabina encristalada un empleado se esfuerza en imprimir etiquetas adhesivas para todo lo que llega y se va.
En su mesa, solo lo indispensable: ordenador, teléfono, algún rotulador permanente… y un vaso con un lápiz con la punta partida, una goma de borrar y algún clip.
Con un poco de fantasía podemos imaginarnos lo que ocurriría en el interior del baso si fuesen objetos animados:
LA GOMA.- Lápiz, ¿tienes trabajo para mí? Hace mucho
Tiempo que no doy golpe. Me estoy gastando solo del manoseo del empleado de turno, que al no saber qué hacer conmigo me arranca un trozo con la uña y me vuelve a soltar.
EL LÁPIZ.- ¿Me pides trabajo a mí? ¿No ves como tengo la punta? Si hasta el sacapuntas está oxidado. Estamos en decadencia, querida amiga. Esto ya no es lo que era. Los ordenadores nos han desplazado. Ya casi no nos utilizan.
LA GOMA.- Me ha contado una bolsa de plástico recién llegada de Canadá, que por allí, con la tala de árboles, pronto escaseará la madera hasta para fabricar a tus primos.
EL CLIP.- ¡No os quejéis más y dejadme dormir!,- Piensen en el progreso. Tú, lápiz, ¿Quién era tu antepasado, antes que tuvieras tu época de apogeo? Una piedra afilada ó un trozo de hierro que esculpía símbolos en una roca. Somos una especie a extinguir, resignémonos.
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