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En mi casa las cosas parecen tener vida propia. Desaparecen, aparecen. Así pasan, los días, los meses, los años, jugando a las escondidas, los lápices con las llaves, los zapatos con las medias, bailoteando cada uno sin dirección alguna
Son los duendes suele decir mi padre.
Confieso que jamás los vi, pero si él lo dice... ¿Quién soy yo para negarlo?
Hoy le toco el turno al cortaúñas. Esa maquinita chiquita que ronda por todas partes y en el exacto momento en el que un trozo del cuerito se digna en separarse de su uña provocando un dolor agudo y feo en cada roce, en ese momento el aparatejo maldito se pierde.
No es cuestión de desorden, para nada.
En mi casa todo tiene un caótico orden, caótico, pero orden en fin
Los zapatos están en el piso debido a que el fundamento que me han manifestado cada vez que los trato de guardar es muy lógico
—Si caminamos en el piso debemos estar en el piso— tuve que darles la razón.
Las medias no tiene par, bueno eso es bastante lógico. Creo que deben aburrirse de estar siempre juntas y por eso se separan. Pero eso es otro tema, no me voy a meter en los amores y desamores de esas parejas.
Lo que es mi dilema de hoy es el cortaúñas. Lo busco y rebusco mientras mis garras no dejan de anunciarme que están largas y si no me apresuro me arañan.
Lo busco, tranquilamente al inicio. Reviso los cajones, el ropero, la cartuchera, las carteras
Decido por un instante olvidarme de él. Tal vez, al no llamarlo aparezca. No.
Intento dormirme… ¿Quién sabe, si mi inconciencia, algunos de los cajones de este viejo archivero revelen el secreto de su paradero?
No consigo. Es muy duro dormir así. Mis ojos no quitan su mirada temerosa a las amenazantes garras que acechan mi cara ¿Y si los cierro y estas se atreven a atacarlos de envidiosas? Debo mantenerme despierta.
Continuo mi búsqueda por lugares impensables, porque los pensables ya fueron pensados y buscados.
Entonces me entra la bronca y salgo a preguntarle al vecino si no lo vio cruzar el pasillo, o si su gato cuando entró no lo llevó colgado en su cola
Me mira y no me responde
Y yo bufo, grito y zapateo por este maldito aparatejo que no aparece y por estas uñas que crecen y crecen.
Las miro, parece que están más largas que un segundo atrás. Tal vez es una ilusión óptica para dar miedo. No sé. Sólo sé que las siento, a cada segundo las siento cada vez más. Como si pesaran, como si se hicieran mas largas.
Me pica la cabeza, el viento, seguro me llenó de arena.
Mejor no me rasco, no quiero darles el placer de lastimarme, de apoderarse de mi cuero cabelludo, de probar mi sangre, de romper mi piel.
Las conozco, se que son así, agresivas como pirañas. Una vez que me tocan no paran, escarban y escarban como mineros sedientos y codiciosos.
No me rascaré aunque me pique.
Las miro, me miran, con su cara de inocentes seductoras.
Sé que son macabras, sé que son traicioneras, pienso «¿Dónde estará mi aparatejo salvador?» y sin embargo, él no aparece
Ahí están ellas, esperando saltar en cualquier momento. Me ven indefensa, tal vez ellas mismas lo escondieron, tal vez soy victima de un complot entra ellas y él. Y pensar que lo trato tan bien. Incluso le compré un llavero con cascabel para que quedara bonito, lo prendí a él junto con la lima para que le hiciera compañía.
No me resigno. Salgo a la calle como un desesperado que teme por su vida, en busca del primer quiosco, almacén, mercería, lo que encuentre, que me pueda ofrecer la salvación.
El mundo se paró justo en medio de mi crisis de uñas largas.
Pienso limarlas contra la rugosidad de las paredes pero se que será peor. Se enfurecerán, se harán mas filosas y letales.
Retorno a mi casa y retomo la inútil búsqueda de algo que no quiere aparecer, de algo perdido tal vez en las mil dimensiones de mi cuarto.
Entonces decido entablar un dialogo pacificador con mis pequeñas tiranas Busco el esmalte de nácar, tal vez así disminuya o atrase su embate.
Y mientras lucho con el líquido plástico nacarado que deslizo por sus superficies torpemente, estoy seguro que, desde algún rincón cercano, escondido, riéndose de mi sufrimiento, me espía en su silencio el cortaúñas.

Texto agregado el 19-02-2007, y leído por 190 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
23-04-2007 je. justamente las uñas de mi mano derecha tambien estan un poco largas. urulandes
19-02-2007 Pluma nerviosa, ágil, como buscando ese aparatillo escondido... alado
19-02-2007 :))))). Idem. Mis saludos y estrellas . -Vera-
19-02-2007 eres un crack niña total lo tuyo. un beso Qamar
19-02-2007 Genial. buena pasta NeweN
19-02-2007 jajajaja, estas describiendo mi cuarto. tal cual celiaalviarez
 
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