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Flor de almendro
Aquella mañana los recios aromas de la flor del almendro le traen a Blao una canción de Serrat: "Me gusta todo de ti". El cantautor se recrea con sensualidad aterciopelada en cada rincón del bello cuerpo de una muchacha: sus ojos, sus labios, su piel, el ombligo, los pezones, sus ingles, el lunar de su espalda... Y cuando al fin la melodía parece desbordar el corazón extasiado del trovador, un inesperado estrambote rompe el delirio del cantor con un "Pero tú no. Tú no".
Azulada coincide por esta vez con su negro escritor y le comenta:
"No hay experiencia amorosa que en sí sea perfecta. Me refiero tanto a su brevedad como a la totalidad. No hay coito que cien años dure. En el corazón siempre queda un hueco insatisfecho que ni el amor más sobrado puede colmar."
Blao continúa con su vena mañanera de efluvios líricos estarcida:
"¡Ay si yo pudiera coger la cara de la más amorosa de las afroditas, la imaginación de la mejor de las aónides, el busto de la más lasciva de las venus, el talento de la más inteligente de las cleopatras..., modelaría la dulcinea perfecta, esencia y substancia de la más pura belleza!"
Tanto empalago literario indigesta las tragaderas de cualquiera. Azulada quiere que Blao ajuste su pensamiento a la realidad, que las palabras melindrosas del escritor no se queden en agua de borrajas, que la letra de las canciones sean la vida misma. Si Azulada fuese capaz de ver al completo el almendro esta mañana no necesitaría de la poesía para encumbrar su belleza. Precisamente para eso contrató a Blao, para que las flores del almendro y la palabra fueran siempre de la mano. Y le cuenta a Blao la siguiente historia:
Aquel viernes por la noche después del trabajo Calixto se da una buena ducha. Tras toda una semana en la cerámica harto de sudar el polvo asmático de ladrillos y tejas, su piel huele a jazmines El cuerpo limpio y descansado le pide fiesta. Se coloca su mejor camisa de seda. Si este joven fuese Dios, elegiría una discoteca como lugar de destino. En la pista de baile se hermanaría con el resto del universo sin tener que sufrir las miradas de un mundo que le acusa del crimen que nunca cometió: su desfavorecido aspecto. La música, el ritmo, el movimiento, la penumbra misteriosa de las luces le abrirían las puertas del amor, esa chica que no tiene. Calixto es feo. Tal vez por eso su madre le puso Calixto, nombre que en griego quiere decir "el más bello". Su alma, recio perfume de flor de almendro no casa con su cara, vieja y negra corteza cuarteada.
Las muchachas lo ignoran. Le apodan "el chichones". Su cabeza apepinada, una será de melones. Su pescuezo, amazacotado a un tronco contrahecho, parece una patata aplastada por una piedra. Calixto es tímido. La sociedad con sus desplantes y rechazos lo ha convertido en un espantado. Dicen que es engreído. Mentira. Su orgullo aparente son sus defensas a tanto recelo y acoso sin motivo. Dadle a un fiscal dos rostros, uno afeado y otro agraciado, ambos sospechosos de un mismo crimen. El leguleyo señalará como culpable al maltrecho, como si hermosura y bondad fuesen sinónimos.
Según el gorila el joven no lleva la indumentaria adecuada para entrar en la discoteca. No importa que su cuerpo huela a fresas, ni que su camisa sea de seda. El "puertas" mira su cara, los abejorros abultados de su frente le mosquean Después mira sus pies.
"Imposible, colega, me gusta todo de ti; pero aquí está prohibido entrar con esas sandalias que llevas".
"Ningún problema -dice Calixto al canto". Se quita allí mismo el calzado y sus calcetines a rayas. Y en piernas ante el espasmo de todos intenta traspasar el hall de la discoteca.
Un puñetazo del cancerbero bastó para dejar a Javier muerto en el suelo.
Blao después de escuchar el relato le dice a Azulada:
Deberías haber escogido un final más alegre, por ejemplo el triunfo de la fealdad del malogrado joven sobre la brutalidad del energúmeno cancerbero.
"Llevas razón, pero el hecho ocurrió tal como yo te lo he contado. Luego tú lo escribes como te dé la gana. Y si quieres luego le cantas baladas al almendro de la mañana".
Juan Marín Serrano : Azulada
Murcia, 19 de febrero de 2007
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Texto agregado el 19-02-2007, y leído por 493
visitantes. (11 votos)
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Lectores Opinan |
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23-02-2007 |
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Muy bien logrado, es un llamado a diversas reflexiones en torno a la capacidad, o incapacidad para ver más allá de la apariencia externa. Con el tiempo nos vamos cerrando a esa mirada limpia e inocente de la niñez, en que veíamos, no con los anteojos que nos ha ido imponiendo la sociedad, sino con los ojos del corazón. Es importante luchar contra esa ceguera impuesta, y tu escrito es un llamado a hacerlo. Felicitaciones. loretopaz |
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21-02-2007 |
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"Tanto empalago literario indigesta las tragaderas de cualquiera" Excelente ... en muchos casos, el lavado cerebral del que habla Josef alcanza también a la literatura. Tuvo que correr mucha agua bajo los puentes literarios para que los personajes pobres y/i feos pudieran ser héroes, y en buena medida, aún lo sigue siendo, para muchos. Si bien, por un lado el romanticismo consagró un Cuasimodo, un Martín Fierro, la valoración de la imagen por sobre todas las cosas sigue siendo una realidad, que sigue poblando la literatura. Felicitaciones, muchas gracias por invitarme a la lectura, y van mis 5* sara_eliana |
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20-02-2007 |
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En la actualidad igual que potentes y metalizados automóviles, se realizan spots publicitarios de jóvenes con físicos "diez"; en los que se nos invita "más o menos" a ser igualitos a ellos. Lo malo de este asunto viene a ser que el lavado cerebral está resultando ser tan poderoso e infeccioso, que dentro de poco ya no sé si será cuestión de tener la cabeza apepinada el pescuezo amazacotado, un tronco contrahecho y tener que quitarse las sandalias para entrar en una de esas disco de la jet, o acabará sucediendo igual en todos los lugares. A cuerpo contrahecho: "Apartheid absoluto." Saludos a Blao y Azulada por su visión!***** josef |
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20-02-2007 |
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Solamente quiero agregar que el tema de hoy es uno muy común y observado personalmente ocurrirle a otros en varias ocaciones, creando una frustración enorme y dejando un mal sabor sin poder hacer nada ante tal injusticia. gfdsa_elisa |
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19-02-2007 |
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"Buena presencia" rezan la gran mayoría de solicitudes de empleados, lo que equivale a decir: abstenerse los que tengan aspecto de simples, los que superen los 35 años, las mujeres que tuvieron hijos y les haya quedado "barriguita", los que no puedan demostrar, a simple vista, que su masa corporal está dentro de la "normalidad" exigida. Comprendo lo de "buena presencia", con dos palabras se ahorran el costo del resto en los avisos. La fealdad está en el interior de quienes juzgan a las personas por su aspecto físico. Muy buena la columna, Juan. Un abrazo. neus_de_juan |
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19-02-2007 |
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Gracias a la erudición de Graju, me animo para, en una sola frase, dejarte mi comentario: "Tu cabeza es hermosa y rebosa de seso" Felicitaciones!!!!!!! theotocopulos |
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19-02-2007 |
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No hay nada que dure para siempre. En la incompletitud de realización subyace la búsqueda constante. Ojalá, en esa búsqueda realización, las flores y la palabra fueran siempre de la mano, y el agua de borrasca fuese nada más que eso: agua de borrasca. Ojalá a cada historia le pudiésemos cambiar el final. Extraño concepto de belleza el que sólo contempla el exterior, las apariencias, las conveniencias. Excelente columna. Reflexión que merece varias lecturas. Ojalá la sabiduría no tan efimera. Shou |
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19-02-2007 |
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"Las apariencias engañan", pero en todos los órdenes. Descubrir la verdadera belleza es algo así como alcanzar la sabiduría, y ésta no se trata de conocimientos acumulados en la mente, sino en el corazón. La belleza es uno de los misterios del amor, y está libre de actitudes egocéntricas. La belleza es una dicha interior que se proyecta como un arpa de emociones. Los cánones estéticos mundanos son otra cosa muy diferente, un carnaval permanente con el mismo denominador común a través de los siglos: el dinero. El dinero o los intereses (cualquiera de ellos), convierte en sublime "belleza" a la fealdad más hipócrita. Los trabajos más anodinos en obras de arte, en fin... No hay negros, ni indios, hay pobres. maravillas |
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19-02-2007 |
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Cuántas veces el aspecto externo impide ver el interno. Como en casi todas las apreciaciones que el humano hacemos, nos damos cuenta y buscamos lo interno cuando lo externo nos ha dado varias patadas en la boca del estómago. "Tu cabeza es hermosa, pero sin seso" decía Samaniego del busto helénico. Denuncias los parámetros de relación interpersonal que privan hoy en muchos niveles, sociales e intelectuales, donde a veces se confunde la calidad intelectual con la erudición. Si esta no va vistiendo un buen mensaje o una buena revelación, carece de valor, es hueca. No ocurre así con tu columna que tiene ambas cosas: erudición y mensaje-denuncia, concienciación, sin olvidar la gracia imponente literaria.
Un abrazo. graju |
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19-02-2007 |
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Excelente escrito que habla de una realidad social. La belleza parece ser la mágica llave que abre todas las puertas y la fealdad una sola, la del infierno de una sociedad despreciativa hacia todo lo que no esté encuadrado dentro de la perfección del aspecto, no la del alma. Me gustó cómo nos llevaste de la mano hacia ese final que parece se repite, aquí en Argentina también han ocurrido esos crímenes del que han sido víctimas jóvenes "distintos" o por ser demasiado morenos o por ser feos o por no tener ropas de seda. Como siempre la columna nos trae temas para la reflexión y esta vez con la excelente pluma de Azulada. Felicitaciones. Besos y estrellas. Magda. gmmagdalena |
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