QUINCE AÑOS: Dos de Mayo: ABSTRACCIÓN
Sonrisas en la agonía de las drogas. Alcohol y locura en una noche de invierno. Fuego y cantos. Angustia reprimida. Tarde. Gritos.
Morir en Madrid.
En el ocaso de los dioses paganos algunos danzaban entre cannabis y mazas al viento, raspando la lujuria del “te quiero”.
No creo en verdades. Aquello era Verdad.
Cadenas. Punk. Chapas de Mercedes robadas. Rastas. Piercings.
Verdades inciertas: Sentir que sientes no es sentir, es mentir.
No había nada.
¿Exclusividad?
Manchas de carmín tiznadas del café del desayuno.
VEINTIUN AÑOS: cerca del Dos de Mayo: AVERSIÓN ENAMORADA
Sombrero ridículo. Risa embriagada. Un dedo en la mejilla: un beso. Dame un dedal. Prefiero ser como Peter Pan. Se Wendy.
Quizás prefiero verte como Santa Teresa de Jesús. Quién sabe. Puede que si fueras ella me cagaría en Dios delante de tu cara, te escupiría, te golpearía…
Dios no existe (o sí) ¿por qué tanta violencia?
Esta noche no soñé con tus caricias en mi rostro. No dormí. Sin embargo, pase la noche a tu lado, Wendy. Lirios salvajes, flor de león.
Santa Teresa.
¿La Pasionaria?
CONCUPISCENCIA TRANSFERIDA: junto a la vacuidad: TÚ
Vomito sobre las palomas,
noches estrelladas,
océanos orgásmicos,
suicidas del romanticismo.
Acaricio la miseria,
la muerte sin discurso,
condones consumidos,
mi sexo y tu lengua.
Llevas de la mano la niñez envuelta en lágrimas. Los pechos olvidados. El clítoris traicionado por mil manos. Cocaína en tus palabras. Heroína en mis oídos.
Ron, ron, ron, tequila, rock and roll… ¡Tú!
Las bragas ensangrentadas (ocho mil doscientos cincuenta y tres desalientos), el pelo al viento, al viento, ¡Al Vent! Un mundo en cada ceja, lo expirado entre mis piernas. El abrazo a la nostalgia de tus rejas, el intelectualismo derrocado por tu inexpresividad.
Ron, ron, ron, tequila, rock and roll… ¡Tú!
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