Para todo guerrillero que lucha por un ideal
Sobre la hierba, casi húmeda, mojada yace uno de los más grandes candidatos a la historia del pueblo sufrido. Con sus caminatas nocturnas y causando lo mejor del invierno, logro la muerte, la muerte fraudulenta que con sus aspas, le perseguía.
Cuenta la vida, la misma, los recuerdos de una gesta libertaria llora al caer el árbol. Fue quemada la hierba del campo, con el fuego saliente de los cañones; y las corridas cobardes del bando de enfrente.
Sobre una pequeña colina cae la tarde, húmeda, casi mojada y en las montanas, en llanos; solo se miran las casas vacías, pero se siente en el marco de la noche la tristeza, al caer la tarde en ese día como cualquier otro de la lucha al comienzo de la libertad, que ahora ya es ganada por todos.
La yesca, no esta seca, casi fresca, cubierta por el cuerpo del joven guerrillero cubriéndolo como si fuese su patria amada; como se defiende la patria vivida. La yesca, esta viva, casi muriendo, cubierta por el cuerpo; que por días, continua ahí, inmóvil, sediento, cansado, alegre de liberar al que muy pronto pisara la hierba, en este campo desnudo donde el joven lucho donde él murió y la alimenta. |