Estabas allí, incrustado en las parodias que jamás pude descubrir y en donde seguramente jamás me dejarías entrar. Fue tan devastador el color de tu figura en sí, seguramente tu conciencia ahogaría la mía y prontamente yo estaría bajo tus palabras. Quise hablarte, voltearte el rostro y decirle a tus labios lo que tantos años esperamos y que siempre temí decir. Pero te habías ido, lejos ya de mí, en busca de tus propios recuerdos y en donde ni mis sueños te podrán alcanzar. ¿Me recordarás querido Ignacio? Eso sólo tus memorias te podrán contestar pues ni si quiera aún sé si es que algún día llegaste a amar al que siempre creíste que fue tan solo tu amigo. Yo lo sabía, sabía que te iba a perder y que tú nunca ibas a ver en mi lo que yo en ti. Ahora tus cabellos se mezclan de verde y la juventud de tu imagen penetra tus poros como en un asfalto inaccesible. Te quiero Ignacio y sé que aun cuando quieras odiarme y olvidar aquellas cosas extrañas, algún día comprenderás lo mucho que te amé. Bruno