Tac, tac, tac, ... un sonido recurrente que vierte desde el teclado y me provoca mil sensaciones no comparadas a la monotonía de tal sonido, sino a la competencia contra el tiempo para indagar, para entender,...
Un blog que se lee una historia que inicia.
Martes 13 de febrero, días antes intercambio de e- mails superfluos pero no menos interesantes.
Día de mala suerte: Vencimos la superstición al encontrarnos al entablar más conexión.
No sé cómo luces, a qué hueles, a qué sabes... Conozco tus ritmos, tus esquemas; me sumerjo en la locura y es ahí dónde logro palparte, sentirte y vivirte. Y hoy sin conocerte e forma, me he acurrucado en tu latido, en el miedo, en la no razón, en el magnetismo que a través de palabras nos revela, nos conecta, adormece y eleva.
Quizás ahora no conozco más que aquello que me has permitido, no he escrito entre tu oído y cuello, mas he escrito en tí la dulce melodía de un incierto encuentro mediado por la expectativa de ser yo en tu género; de espacios sin tiempos y ellos sin espacios.
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