Sobre aquella banca del jeep
unimos nuestros labios, mas que juveniles
seniles de ardor, de deseo, curiosidad;
antes de estos días que escribo
nada logró ponerte en primer lugar
ahora, llegas y te detienes intermitente.
Dominamos jugadas trazándolas,
antiguamente, de jueves intercalado,
moviste tu jugada, muy pensativa
atreves de tus vestidos blancos
rozando tus piernas en mis manos
incitando a un juego no acostumbrado
solo para mostrarme algo único, bellísimo.
Usaste en mí, tus engaños de amor,
robaste parte de mis fantasías
antes de tenernos a como estuvimos
noche tras días, días tras noche
impactando tus labios, bellos, rosados,
asiáticos, como las otras dos, me amaste.
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