Como todos los días, después del trabajo, tomaba el metro ... ahí parada en la estación, esperándote, bueno siempre te esperaba en todas partes, en la calle, en le cine, en una exposición de fotos que fui a ver y ni siquiera entendí, da igual, siempre estaba esperándote.
Y un dia de lluvia, helado y gris, como suelen ser mis días ... te apareciste en esa estación del metro.
Primero oí el rechinar de tus zapatos mojados, sentí un aire tibio, que me recorrió la espalda del sacro hasta la primera vértebra. Sentía aun mas tu calor a medida que te acercabas, cada vez mas intenso, queria voltear, pero de solo pensarlo mis manos sudaban y mi espalda parecía desmoronarse ... quería ... quería ... verte a la cara.
Podía sentir tu respiración agitada, cansada seguro por que corriste mucho para no mojarte, aunque la lluvia no perdona, ni siquiera a ti ... te empapó con furia, quería desarmarte, quería ponerte horrible, pero te veías más hermoso aún, con el pelo mojado, pegado a la cara, gotas cayendo por tus mejillas y rodando hasta tu boca.
En un gesto te sacudiste el pelo, y una gota cayo en mis labios secos, quería conservarla en mi boca, por siempre, pero no pude resistir el saborearla, cerre los ojos y la saboree, todo se detuvo, solo éramos tu y yo en esa antes siempre fría estación de metro, pero no fue así, por que cuando volví del lapsus, descubrí que te había perdido, tomaste el ultimo vagón ...
Paso exactamente igual como perdí al de ayer ... y al de antes de ayer ... y como perderé al de mañana
|