Es tarde en la noche. Pretendía escribir todo con minúscula, pero el procesador de texto no me lo permite. Seguramente hay alguna manera de evitar la ortografía automática, pero la desconozco y tampoco tengo a quien preguntarle. Mi mujer, que yo creo que sabe, duerme plácidamente y no me atrevería a despertarla para algo tan tonto. Mejor pruebo con eso del ensayo y error. Al final, me canso de hacer clic en todos los iconos de la pantalla sin obtener ningún resultado, y decido abortar el escrito. Después de todo, es muy tarde en la noche y ninguna minúscula podría acabar con el sueño mayúsculo que me ha ido invadiendo.