MANOS ANTIGUAS

La distancia teje sus redes
alrededor de nuestros cuerpos
y a veces el ángel perdido,
elige danzar alrededor
de una tierra extranjera,
perfumando los rincones
de nuetra imaginación,
fragil,
quebrantada
por manos antiguas.
Entonces,
las garras agazapadas
en las esquinas del absurdo,
se acercan al territorio de la luz
y su sombra opaca
se nutre de nuestro corazón,
lleno de insectos
acurrucados en la medianoche
de un suspiro.
Y la distancia
se esconde de nuestra mirada,
herida de párpados
que carga los sonidos
de nuestra indiscreta
desolación.
Y la melancolía tiembla,
en el campo estéril
de nuestra resistencia,
porque siempre es mas cómodo
escapar por las palabras,
por los zócalos de la insatisfacción,
por las cortinas viejas.
Y nuestros pensamientos
se vuelven jinetes embravecidos,
que salpican nuestro entendimiento
y nuestra lengua se equivoca
y se desnuda en el lugar equivocado...