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Poco a poco se acercó a mí, mientras yo intentaba sacarle una fotografía mental a la expresión en su cara, ella posó sus labios en mi mejilla izquierda y se fue, la perdí.

Desde ese día que la busco, que intento encontrarla, pero las palabras ya no ayudan, además dicen que si alguien no quiere ser encontrado, jamás lo encontrarán; es posible que se aplique al caso.
Recuerdo que podíamos pasar horas, cara a cara, sin decirnos una sola palabra, y también al revés, contándonos historias inventadas, con personajes tan normales que no existían, estos personajes eran tan parecidos a nosotras, con nuestros gustos, nuestra forma de ser, si, hablo en plural, ¡¿Y qué?! En ese tiempo éramos una.

No sé que habré hecho, quizás fue comencé a extrañarla, no, no a ella, sino a otra, ésta era su peor enemiga, pero también su mejor amiga. ¿Habría que ponerle un nombre a la otra, ó bastará con decirle “La otra”?

“La otra” hacía nuestra relación a momentos maravillosa y en otros momentos era totalmente agonizante. Ella, con ella solíamos salir a tomar café, ahí en la cafetería de la esquina, casi todos los días, esos momentos eran cuando conversábamos y nos inventábamos historias, siempre, o casi siempre, con el café humeante frente a nosotras y con cigarrillo en mano. Pero cerraron la cafetería, bueno, no la cerraron, pareciera que si, porque ya no se puede fumar dentro de ella, y no tiene mesitas afuera. Claro, siempre está la opción de ir a un distinto lugar, pero yo me quedé sin tiempo y a ella no le gustaban otras cafeterías, además siempre estaba “La otra” en mis pensamientos. Nunca creí que ella fuera tan celosa, de hecho nunca pensé que tendría que elegir entre las dos, sólo a una.

Ella, ella siempre estuvo, pero jamás me percaté bien de su presencia, la noté más fuerte cuando “La otra” irrumpió en mi vida, lo juro, yo no lo tenía planeado, por lo mismo no puedo precisar si fue “La otra” la que irrumpió en mi vida ó fui yo la que irrumpió en la suya, pero lo cierto es que fue un punto brillante en la relación de ella y yo.

Creo que se aburrió que los personajes se volvieran, de un momento a otro, más parecidos a “La otra” que a nosotras.

Cuando ella fue presentada a mi madre, hubo gritos y un portazo de mi parte, seguramente es la respuesta al por qué me costó tanto presentar a “La otra”, claro, no son iguales, son distintos casos, pero conociendo a mi madre, lo atrasé lo más que pude. Con mis amigos fue totalmente distinto, a ella la adoraban, no sé porque la querían tanto, pero, según ellos, era la mejor parte de mi, pero de “La otra” se enamoraron en un parpadeo, por cada palabra que salía de mi boca y decía maravillas de ésta mujer hermosa, a la cual es imposible ponerle un nombre y tengo que llamarla, simplemente, “La otra”.

Aun no estoy segura de que ella me haya dejado por esto, no logro comprender que ella no comprendió que vivo por las dos, que ambas son mi razón de existir. Si al final, ella nació como hecha para mí y “La otra” llegó en el mejor momento y me enamoré, es más creo que siempre la amé, aun sin conocerla. Ella estaba conmigo en todo momento y aun no creo que la haya perdido, pero a “La otra” no puedo, no debo y no quiero dejarla.

Creí verla, a ella, el otro día, por ahí en la calle de la amargura, pero al parecer me equivoqué, nuevamente, es que siempre creo verla, pero no ha sido ella en ninguna de las ocasiones y es tan difícil reconocerla, ella es demasiado cambiante y tiene tantas formas y estilos… A veces pienso que encontró a alguien mejor que yo, eso no es muy complicado, a lo mejor, diría “La otra”, pero no estoy muy segura de que sea para mejor no tenerla nunca más conmigo y es que duele tanto saber que, quizás, ella no vuelve nunca más. Sé que a las personas que soy cercana no les gustará ese “quizás”, porque dicen que hay que ser positiva y la interpretación que doy en este momento no lo es, en una de esas vuelve, pero ¿Qué hacer ahora que no está?

Hay días en que ella me hace tanta falta que me siento morir, pero unas cuantas palabras de “La otra” logran calmarme un poco, no, mentira, no es un poco, es un montón.

Sé que la mitad de lo que aquí cuento, pareciera no tener ningún sentido, pero es que no puede ser de otra forma, porque a ella nunca la pude tocar, ni ver, en cierto momento ni la sentía, pero siempre supe que estaba ahí, es como dice la canción de Pablo Milanes: Ella es la novia que nunca tuve, “La otra” es el primer amor que siempre soñé.

Ella, ella siempre me acompañaba en cada uno de mis sueños, “La otra” es mis sueños, incluso mucho más que eso. Ella ha logrado que palabras hermosas salieran de mi boca, pero la gran parte iban dirigidas a “La otra”, siempre a “La otra”

Sé que no soy la primera persona a la que le ocurre esto, es más, podría dar un ejemplo: Fryederyk Chopin, cuentan que cuando ella le hacía falta, él simplemente dormía sobre su piano. A mi me han dicho varias veces que cuando ella haga falta, hay que sentarse y escribir acerca de ella y eso estoy intentando, porque ella es mi inspiración, y “La otra”, es eso y mucho más.



Texto agregado el 15-02-2007, y leído por 88 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
15-03-2007 Que palabras mas sabias de Fryederyk Chopin, saludos amiga cuentera es un muy buen relato... Adnandemir
 
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