EL SUICIDA
….Pero es que el suicida no sabía lo de la gravedad, y por eso hizo mal las cuentas. Tenía todo completamente planeado, y ese día a esa hora él tenía que lanzarse desde el piso once del edificio del Palacio de Justicia, sin más compañía que su camisa azul, que tanto le gustaba a ella, y su reloj… el que ella le diera en su cumpleaños. Tenía que ser desde el Palacio, pues éste cuenta con el mayor número de gritos suicidas en su memoria; porque allí suicidarse es un arte, y él sería otro artista inspirado por la tradición; y tenía que ser desde el piso once porque según sus cuentas sólo desde allí tenía el tiempo suficiente… Es que él había escuchado de suicidas sobrevivientes -artistas fracasados- que cuando vas en caída libre, sin esperanzas de salir vivo de ella, todas las escenas importantes de la vida pasaban por la cabeza. Entonces, según sus cálculos, si se lanzaba desde el piso 11, cuando fuera llegando al tercer piso, recordaría aquella conversación que tuvo con ella y así le devolvería la paz a su alma divagante.
Pero él no sabía lo de la gravedad, y por eso hizo mal las cuentas, y al llegar al piso 2, ya supo que nunca recordaría aquella conversación, esa que tuvo con ella justo antes de que muriera,…ella, y ahora antes de que muriera,…él, sabía que nunca recordaría donde fue que ella dijo que iba a guardar su presencia.
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