ATANASIO REYES
® ISBN, MÉXICO 2006
Tío Pedro es un hombre viejo, que ya arrastra sus pasos, pero cuando se explaya contando sus charras, sus palabras siguen siendo ligeritas. Se deslizan en su plática como mariposas y dibujan las historias en el aire, trayendo tiempos y aromas, haciendo hablar a los muertos de las generaciones olvidadas.
Cuando tío Pedro pinta con su voz, los oídos se ponen atentos y los sentidos se dejan embrujar un rato, hasta que le gana la tos o el sueño, o (si hay suerte) hasta que termina la historia.
Nada menos que ayer, cuando regresé cansado del trajín, le pedí que me contara algo. Al principio se negó, aduciendo que no se podía concentrar pues se sentía mal debido a que las pasadas noches soñaba con un tal Atanasio, y que, según lo que se cree en el rancho, soñar con tal sujeto es un mal presagio. “Dicen que el tal Atanasio es mandadero de patas de cabra…yo no sé qué anda haciendo de metiche entre mis sueños el endiablado…”
- A ver , a ver, ¿Cómo está eso del endiablado tío?- le pregunté sabiendo lo que detonaría en tío Pedro tal aguijón. El sonrió, me guiñó un ojo y comenzó a narrar:
- Bueno pos ay te va… Hace un chingo de años, vivía en Los Candiles un señor que se llamaba Atanasio y que llevaba el Reyes por apedillo…
-O sea, Atanasio Reyes, se llamaba.
-Ejé…
-¿Y entonces?
-Ah, pos este hombre era muy famoso por estos lares. Hasta le compusieron un corrido…¿No has oido el corrido?
-No…¿Cómo va?
-va como…ora verás, como: ta-raira-ta-rararaira, taraira, tarararaaaaira…
-¿Y la letra?
-La mera verdá no me acuerdo…
-Bueno, bueno ¿y?
-¡Ya me hice bolas!… ¿En qué íbanos?
-¿Pos qué pasó con Atanasio?
-Ah, pos era famoso porque la gente decía que estaba endiablado, figúrate…
-¿Herio?
-¡Herio!, que yo sepa es el único que se ha muerto tres veces
-¿Herio?
-¡Herio!
-A ver, a ver, ¿cómo, cómo?
-Ah , pos una vez en una creciente se lo llevó el río con todo y caballo. Entre tamañas piedras y ramajales quedó atorado el pobre.
-¿Adió?
-¡Herio!, tardaron dos días con sus noches para dar con el cuerpo, y se lo hallaron bien ogado, lo que se dice ogado…si yasta tenía los ojos medio sambutidos.
-¿Y luego?
-Ah pos, lo recogieron sus parientes y le hicieron su velorio y toda la cosa.
-¿Y?
-Ah, pos ándale que entre padrenuestros y ruegaporeles que se levanta el condenado y se sale del cajón.
-Adió…
-¿No te digo? Se levantó el hombre aquél con sus ojos sambutidos y le pidió a su señora un taco de nopales, así muy como si nada…Si estaba un cuanto medio destantiado por el gentiyal en su casa y todo, pero sereno el Atanasio. No, si la gente salió bien asustada…si hubo desmayatados y todo…
-He…
-Con decirte que una tía del dijunto, Doña Cleta, Dios la guarde, jué la que logró el velorio…
-¿Herio?
-¡Herio!, quedó bien tiesa la pobre al mirar que el otro se levantaba de un jalón…¡imagínate nomás el sustazo!, Y el Atanasio que se va muy campante a cenar…se convirtió de dijunto en velante, ¡figúrate!
Tio Pedro comenzó a forjar un nuevo cigarro, y a la antigüita, a eslabón y yesca, lo encendió.
-Oiga tío…quiere decir que entonces lo hubieran enterrado vivo.
-¡Qué vivo ni que ojo de hacha!, sistaba retemuerto.
-Tío…pero usté dijo que se murió tres veces.
-Pérame pues, que voy pallá, no quiera comer cajeta antes de meniar el cazo… pos la segunda muerte está todavía más canija. El caso es que pasó el tiempo, unos tres cuatro años…no, no…a ver, pérate…han de ber sido unos cinco años…sí, porque ya estaba yo más mediano; es más, yo mismo juí a Los Candiles a ver el cuerpo, ¡ah! Porque para esta vez hubo muncha curiosidad en la gente, bajaron de todas las rancherías. Hasta vino un fotógrafo del municipio quesque a retratar al Atanasio ora si bien muerto. Me acuerdo bien que el fotógrafo era un señor al que le faltaba una pierna y que se vino en muletas cargando cámara y todo.
-¿Y el Atanasio?
- Pérate pues, ¿no te digo?, déjame contarte bien pues…Pos ándale que al Atanasio le daba por agarrar la peda cada que se venía la fecha de su aniversario de muerte, y fíjate lo que son las cosas, andando en pleno festejo le pasó lo que le pasó…
-¿Qué?
-¿Cómo “qué”? Pos se volvió a morir.
-Si pues, tío, pero ¿cómo?
-Ah, pos, ¿Ya te dije que agarró el pedo verdá?
-Sirol.
-Ah pos, de tan hasta el culo que se puso, se quedó bien dormidote en una parcela.
-¿Y se murió de la peda?
-No, esa vez no…
-¿Tons?
-Ah, pos por ahí andaba el papá de Nicanor Briones, con el traitor en chinga con la rastra, escardando un pedazo, por cierto ese jué el primer traitor destos lares…
-¿Y?
-Ah pos, que cuando el papá de Nicanor, que no me acuerdo como se llamaba…se llamaba… Ora verás … ¿O se llama?...oye deveras, ¿Ya se moriría don éste?
-¿Cuál “éste”?
-¡Pos el papá de Nicanor!
-Sepa.
-¡Ah que caray!, ¿Lo que son las cosas verdá?
-Si pues, pero sígale que ya me tiene picado…
-Ni que juera gorgojo…
-Ándele tío, sígale
-¿Con qué?... Ah, si-si…pos acabando la tarea, cuando salía de la parcela con los discos del traitor todavía arrastrando, no miró al Atanasio entre el zacatal y le pasó por encima. El señor, al ver lo que había pasado, se jué corriendo a pedir ayuda, y cuando trajieron al dotor, el Atanasio yastaba bien muerto. Tenía las rayas de los discos en la cara, el pecho, la panza y las rodillas, ¡Si yo lo vi!
-¿Y qué pasó?
-Ah pos, que se lo llevaron a su casa de Los Candiles a velarlo por segunda vez. Como te dije hace rato, al velorio juimos munchos parientes y no parientes, munchos curiosos y sí, taba todo cortado, tenía la mueca chueca y ora los ojos medio chiboludos
-¿Y cómo estuvo que revivió?
-Pos casi como la otra vez…estaba en friega la rezadera, ¡Si yo lo ví! El fotógrafo se había acomodado en una silla junto al cajón que estaba abierto, para dizque retratarlo de cerquita cuando, sin decir agua va, se levanta el canijo Atanasio dando un estornudo que a todos nos asustó. Hubo saltos, brincos y una gritera. “Se volvió a levantar” dijo alguien. “Este es hijo del chamuco” dijo doña Cirila…”¡Ay cabrón!” dijo el fotógrafo al darse cuenta de que había dejado muy lejos las muletas y al no poder correr, que se avalanza sobre la espalda de Don Rosendo y lo apretó del cogote para no caerse. Pobre Don Rosendo, se murió creyendo que era el Atanasio el que lo apretaba ¡Tenía una cara de cagado!...En fin, la cosa que allí también se aprovechó la mortaja.
-¡Ah que caray!, está de no creerse.
-¿Verdá que si?, ¡No!, y espérate a la tercera
-Oiga tío, deveras ¿Esa como estuvo?
-Huy, esa si estuvo bien macabrota…
-¿Herio?
-¡Herio!...Después de lo de Don Rosendo pasaron otros años, serían otros cinco…no…miento, ¡tres!; sí, porque yo apenas andaba de volado con Chela…En fin, el caso que en la última ya lo llevaban al pantión.
-¿De plano?
-Si, ya lo traiban con los pieses por delante.
-¿Y esa vez por qué le bailó?
-Por pedo. Lo que pasa es que a esas alturas ya todo le valía sorbete. Se aprovechó de la fama que había agarrado y se puso a chupar pero a lo lindo. Comenzó a vivir de prestado, y como todos le tenían miedo, por no decir terror, pos nadie se animaba a cobrarle, y él: agussssto. Se pasiaba gritando que él era Atanasio reyes y que al que no le guste el fuste que lo tire y monte arraiz…
-¿Tanto así?
-Por Dios. El chiste que agarró la jarra bien tupido hasta gomitar sangre y bofes y cochinero y medio y pos…se murió otra vez. Ah, pero esta vez vino más gente, no´mbre ¡Era un gentiyal!, y munchos nomás venían a ver si se levantaba otra vez.
-¿Herio?
-¡Herio!
-¿Y qué pasó?
-¿Ya te dije que ya lo llevaban al pantión verdá?
-Ey
-Ah pos, ándale que a medio camino ¿no se les empezó a sacudir adentro de la caja?
-Voy que…
No, si te lo cuento porque ¡Yo lo vi! Ahí tienes que los que lo iban cargando se asustaron tanto que largaron por allá el cajón.
-Hombre pos, entonces si estuvo la cosa peliaguda ¿no?...¿Y qué?, ¿Se salió?
-Pos mira, ya había asomado una manita cuando sabe Dios de dónde salió un julano chaparrito, así prieto, medio charro de las patas, ¡Y-que-lo-sur-tea-ma-che-ta-zos!. “TOMA-TEN-JIJO-DEL-DESTE-YDEL-OTRO…” que le dice…
-¿Y qué, nadie hizo nada?
-NADIEN…Todos nos quedamos bien quietos nomás pelando los ojotes. Haz de cuenta que todo se paró por un ratito. Nomás miramos al chaparrito bañándose con los chisguetes colorados que le salían al Atanasio.
-¿Y qué? ¿Así nomás quedó la cosa?
-No´mbre, el chaparrito voltió pa todos lados bufando como torete y enseñando tamaño machetón, y hasta dijo: “La tercera es la vencida ¿Qué no?” Todos nos quedamos calladitos, y hasta eso, conformes: ¡Pos si era la pura verdá! ,no juera ser que se nos muriera otro inocente; ya te digo, BIEN CONFORMES, con decirte que ni la esposa dijo nada, ¡Ni el papá!... Los cargadores se lo echaron otra vez en hombros y el sepelio siguió como debía de ser.
-Adió…
Yo me quedé pensando un largo rato junto a tío Pedro, que ya se forjaba otro tabaco, le di vueltas al asunto y le dije: “Oiga tío…entonces el Atanasio no se murió tres veces… ¿o qué?...” Tío Pedro se carcajeó hasta donde pudo, tosiendo y arrojando los gargajos en un paliacate “Todavía estás como cuando chiquillo, chacho: ¡Es charra mijo, no se clave…es charra nomás!”
NOCTAMBULARIO
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