Martín Sánchez Azcona es sin duda un tipo singular, a pesar de su exultante juventud, su obsesión por todo aquello relacionado con la muerte lo convierte en diana de bromas de sus compañeros de trabajo. Todas las mañanas, cuando llega a la oficina, trae bajo el brazo un diario de tinte conservador, aunque él defiende que es de izquierdas de toda la vida; el motivo sin dudas, es claro, tiene la mejor sección de esquelas...
Martín, en el descanso del desayuno lee detenidamente los detalles de cada una de ellas, si era hombre o mujer, edad, cuántos hijos dejaba, dónde vivía, le conmovían especialmente las esquelas de niños con sus típicos querubines.
En el transcurso del trabajo abría disimuladamente la sección de esquelas, y frente al Pc picaba la calculadora del windows e iba sumando una a una las edades de los difuntos y dividía el resultado entre el número de fallecidos, después, en una plantilla de excel anotaba el resultado para más tarde realizar un gráfico aleatorio...pero hoy, le rompieron la estadística, la edad del último difunto jodía la media, la cuál venía rondando los setenta y ocho años, la observó detenidamente y la leyó:
Don Martín Sánchez Azcona
falleció a la edad de treinta y tres años.
Sus padres y hermanos...etc...
Su piel se erizó, cerró el diario y vió la fecha, no era de hoy, sino de ayer -joder-pensó,-me morí bien muerto, menuda putada...-
Cerró el excel y se alejó poco a poco de la oficina en busca, tal vez, de un nuevo puesto de trabajo a ser posible celestial.
Así se fue Martín, sin avisar, pero sin faltar al trabajo, ni muerto.
Febrero 2007. En Recuerdo y homenaje a Malomo. |