Hoy no quiero mas palabras trascendentes. No quiero buscar un sentido, unos principios ni ningun final. No quiero pensar.
Hoy toca dejarme llevar, aunque sea solo por un rato. Reirme de todas las palabras inconclusas, aceptar el sinsentido, el misterio, el caos incomensurable.
Tan solo quiero saltar, hacer ruido, golpear algo, al son de la musica. Tal y como podría hacerlo algun antepasado mío hace cientos de miles de años, danzando alrededor del fuego. Y gritar para sentirme vivo, y gritar porque me siento vivo. Mientras, la adrenalina se descarga por mis venas como un torrente de destrucción, como un relampago de cambio, de imprecisión.
Hoy mis palabras no forman versos, sino saltos y gritos, como si frente al ordenador se encontrase un hombre de hace miles de años. Es el caos, la aleatoriedad, que anida en lo mas profundo de todos nosotros. Encerrado bajo siete leyes durante siglos y siglos de sociedad. Y me niego a leer antes de seguir escribiendo, porque no reconozco mis palabras ¡ni siquera estoy seguro de lo que he escrito!.
Hoy nuestro yo mas primitivo, nuestros instintos personificados, tienen un permiso penitenciario. Permiso para saltar, para gritar, para reir y llorar hasta no poder mas. Permiso para parecer y ser un madito loco durante un par de minutos. Disfrutadlos.
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