Los seres humanos, si por algo nos caracterizamos es por nuestra testarudez. Nos empeñamos una y otra vez en alcanzar aquellos objetivos que nos proponemos.
Cierto es que, esta testarudez debe ir acompañada de tesón, pues de no ser así, el objetivo no pasará de ser una intención y en el mejor de los casos de un anhelo o un sueño.
Los cambios, el progreso del ser humano, está íntimamente ligado a esta característica.
En esto momentos en que un accidente me tiene prostado en un sillón de mi casa, afloran en mi una ganas irreflenables de continuar con los proyectos que tenía antes del accidente y como creo que son imprescindibles para que pueda evolucionar como persona, aportando mi trabajo e ideas a esos objetivos, tengo el convecimiento que esta circunstancia me ayudará a reflexionar sobre los mismos e intentar mejorar mi aportación a los mismos.
Hoy más que nunca, me niego a decir "nunca". Hoy más que nunca tengo ganas de vivir, de salir de este sillón que encierra mi cuerpo en cuatro paredes, pero que da alas a mi alma.