Me viste. Te vi. Bailando tal vez ¿bailando? . No recuerdo, tal vez. Me viste caminando. Mi caminar te gustó. Te gusta caminar conmigo, aunque no te gusta caminar. Pero en ese tiempo sí. Lo hacías quizás como algo para mí, lo hacías por ahí por hacerlo y sin tantas vueltas. Tu rostro, tu piel, tu aliento, tus ganas. Nos vimos, tal vez ¿nos vimos?. Tal vez nos vimos, como esos que se miran pero no se ven, o como esos que se ven pero no se miran. Nos vimos y no nos vimos, puede ser porque no nos gustaban nuestros rostros, porque no nos queríamos ver al uno con el otro, sabiendo que veíamos algo que no queríamos ver, y por eso no nos vimos.
Un día, nos tocamos. Tu rostro, tu piel, tu aliento, tus ganas. En mi. En mi rostro, en mi piel, en mi aliento y en mis ganas. Tu rostro cerca de mi rostro. Tu piel muy cerca de mi piel. Tu aliento fundiéndose en mi aliento. Tus ganas chocando con mis ganas. De repente. Tu rostro en mi piel y tu aliento en mis ganas. Y de repente, mi piel en tu aliento, y mis ganas en tu rostro, o quizá en tu piel, pero entonces mi rostro en tu aliento.
Que cerca estuvimos. Tan cerca. Me miraste. Te miré. Caminamos. Nos vimos y no nos vimos, aunque quizás nos vimos. Nos tocamos de cerca. Caricias que unen. Nuestras caricias eran las caricias esas que solamente sirven para esfumar los contornos de los cuerpos.
Los cuerpos tan cerca con caricias o sin caricias porque ya no existía el lugar para que actúen las caricias. Los cuerpos de carne, de carne invisible. Y las sombras que se unían a los cuerpos, como si fueran cuerpos, o como si los cuerpos no lo fueran. Tus manos . Mis manos. Las movimos juntos. Movi mis manos junto con tus manos. Juntos sabíamos que hacer para estar bien. Por eso movíamos las manos. Yo movía tus manos. Vos movías mis manos. Y sin embargo tus manos nunca quisieron que alguien como yo las mueva, y mis manos nunca quisieron que alguien como vos las mueva. Pero las movimos, pese a las circunstancias. Y tal vez nos gustó, aunque no era lo normal, ni lo común. Movíamos los cuerpos y eso no era lo sagrado, y tal vez por eso hoy vivimos en un infierno. Pero tak vez este no sea el infierno, tal vez este sólo sea mi infierno, por saber mucho o por no saber nada. Y quizás, todos tengan razón, y no existan tales, estas vueltas, que invento y no invento, que están pero no se ven, porque solamente están en mi pensamiento. Algunos se creen que la locura llega en forma de amor, y otros se creen que el amor llega con forma de locura. Pero nadie sabe la verdad. Muchos hablan. Todos hablan. Yo hablaba. Vos hablabas. Y nadie sabe la verdad.
Jugamos. Vos y yo jugamos. Una vez nos encontraron jugando ¿jugando? . Si, jugando. Tal vez no recuerdes, pero jugamos. Movimos fichas. Algunas las movimos bien y otras las movimos mal. Y acá estamos, en un juego nuevo, con las mismas fichas. Algunos dicen que los juegos, juegos son, y así son, son juegos. En los juegos siempre están las mismas fichas, lo único que cambia es quien las mueve, lo único que cambia es la forma de moverse.
Yo no sé moverme. O tal vez sí. Creo que nunca nadie me enseñó, quizás no se enseñe. Pero algunos sí lo enseñan, y entonces siempre creemos que lo que todos hacen, así se hace. Y tal vez todos juntos hacemos cualquier cosa, y vos y yo, que no sabíamos jugar, tal vez sabíamos y eramos los únicos, pero empezamos a hacer todo igual a los demás.
Y no nos vimos. O sí nos vimos, pero mas tarde, cuando ya era tarde. Nos vimos, o solamente te vi. Porque no estoy segura de que me hayas visto, y de que hayas vuelto a pensar que nuevamente era yo la que estaba bailando, y que esta vez no eras vos. Y me viste, pero a esta altura ya no sé a quien viste, tal vez a mi , o tal vez a alguna de esas mascaras que uso para salir al mundo y no recuerdo bienc ual tenía puesta aquél día, y menos si en realidad la llevaba o no puesta. Pero ni siquiera estoy segura de que me hayas visto con o sin máscara, porque uno siempre se cree responsable. Y supongo que te vi, y que no me viste.
Y supongo que alguna vez ya no tendré ganas de verte.
O que tal vez, me veas y veas lo que nunca viste en mi, lo que nunca te mostré, lo que nunca fui, y hoy lo soy no para que me veas, como cuando era niña, sino para encontrar tu mirada mientras buscas la mia.
Y puede que esa noche de miradas. Nos miremos y nos veamos. Bailemos. Juguemos. Nos toquemos, y tu rostr, tu piel, tu aliento y tus ganas. Y mi rostro, mi piel, mi aliento y mis ganas. Nuestras manos, nuestros cuerpos, y final y nuevamente, nuestras miradas. |