Montoya divisó a lo lejos el circo. Se dirigió a el por el caminito de arena, en medio del monte verde y sombrío. Hacía calor. El polvo flotaba en el aire desordenado de primavera. Los rugidos de los leones se podían escuchar a esa distancia. Cuando llegó al circo, se le acercó un enano horrible… eres un parásito, le gritó el enano, y yo soy más sabio que tú. Montoya lo ignoró, no sin antes burlarse de su ridículo tamaño: calla enano, que lo que te duele es tu tamaño y no mis penas… el payaso se hizo el que no escuchó, pero una lagrimita corrió por su mejilla… ante esa escena, llegó el gigante del circo, enojado al ver llorar a su amiguito de cuarenta centímetros… ¡Lo que tú eres, es un comemierda y un pobre diablo!, le gritó al desconocido. Montoya se quedó tranquilo… escucha gigante, tu problema es que la tienes más pequeña que el enano y por eso sacas tu frustración en cada oportunidad que se te ofrece…el gigante, al intentar argumentar en contra, recibió una fuerte punzada en su minúsculo cerebro, así que no le quedó otra que llorar… ya lloraban los dos, el enano y el gigante; triste cuadro plástico. La mujer barbuda, al ver aquella escena, segura de si misma, se acercó a Montoya, histérica, gritándole que ya estaba harta de escuchar cómo se burlaba de sus colegas de trabajo y que lo iba a castigar con su desprecio… Montoya la miró de pies a cabeza…escucha, mujer barbuda, eres fea, más fea que el enano y el gigante juntos, sin gracia, y el problema es que te sientes bella porque ya te acostumbraste a la fealdad de tu rostro, a soportar la tristeza de tus días… la mujer barbuda se le fue encima para sacarle los ojos. De repente, se escuchó un grito.
¡Detente, barbuda!... la figura del dueño del circo brillaba en la sombra.
¿Qué deseas en mi circo?... Montoya se sacudió el polvo… soy el nuevo payaso, el más gracioso y simpático, y vengo a hacer reír a los niños… ¡Ahhhh!, exclamó el dueño, ¡Bienvenido!....
Antes de entrar a la carpa, Montoya volteó a mirar las caras desoladas del enano acomplejado, el gigante frustrado y la mujer barbuda presumida...les dijo: por eso se debe hablar con el dueño del circo, y no con los payasos.
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