"Atiende los sábados? Excelente! Lo veo en unos minutos".
Hasta aquí no más llegaste, gatito. Al veterinario contigo. Esta es mi venganza final. No me mires con esos ojos, que si no fuera por mi señora, le pediría al doctor que te pusiera a dormir. No, señor. Ni creas que me voy a bañar para llevarte al médico! Ayer fué tu última oportunidad, desgraciado, y la desperdiciaste en un inocente perrito.
"Córteselas. Si, estoy seguro. Es demasiado violento, y ya me ha arañado demasiado". No sabes el placer que me causa decir estas palabras, gato. "Pasado mañana? Tanto se demora? No hay problema. Lo vengo a buscar entonces". Menos mal que mi señora está de vacaciones. Debe tener harto trabajo este doctor. O a lo mejor es porque es fin de semana. Por lo menos son dos mañanas de duchas tranquilas.
"Suéltame mierda!" Y así, como todas las mañanas, me encontré desenganchando al maldito gato de mi orgullo. Si no te conociera como te conozco gato infernal, creería que sobornaste al doctor, o alguna truculencia por el estilo. Probablemente estás confabulado con él, no? Es eso? No puede ser que se burle de mí este veterinario de pacotilla. "Aló? Doctor? No quedamos en que se las iba a cortar? Que? Que ya se las cortó? Ah. OK. Muchas gracias, y disculpe la molestia". Vaya. Que te parece gatito? No es cruel el destino? Un pequeño mal entendido, y te quedaste sin tu hombría y sin descendencia. No me mires con esa cara, estúpido. Esto se llama justicia divina. Y no te preocupes, que no te voy a llevar de nuevo al veterinario. Esta vez, las uñas te las corto yo. |