Y el gato sigue jugando. Un puntapié, y cuatro pisos después, el maldito gato sigue jugando. He tratado por todos los medios posibles de hacer reaccionar a la bestia, pero nada. Agua, sonidos fuertes, aspiradoras, bolsas, canastos y uno que otro choque eléctrico, pero nada. Y ahí está, el muy cara dura, sentado con cara de pena mirando su plato vacío. Valdrá la pena? A lo mejor con hambre aprende. Pero van ya dos días, y nada. Qué mas da. Yo tampoco pensaba comerme los tallarines, en todo caso. Le harán mal? A lo mejor es el ají en la salsa el que lo vuelve tan violento. Maldito gato. Si por lo menos supiera hablar, decirme que mierdas le pasa por la cabeza en esos momentos! Pero nada. Ahí está. Sigue sentado, muy tranquilo mirando su plato vacío. De vez en cuando levanta la cabeza y me maúlla suplicante. Pero no. No me voy a dejar engañar esta vez, animal del demonio! Esta vez si que no me la haces de nuevo. Me levanto de la cama como todas las mañanas. Me pongo las pantuflas. Me meto al baño a darme mi ducha mañanera. Y ahora es cuando me empiezo a poner nervioso. Pego el oído a la puerta, a ver si escucho algo, pero nada. Probablemente el gato sigue sentado con cara de estúpido mirando su plato vacío. Abro la puerta con cautela. No hago el menor ruido. Esta vez te voy a engañar, gato de porquería! Pero no, no me resultó. Como todas las mañanas, el muy desgraciado se cuelga con sus garras de mis partes nobles, con una diabólica expresión en su rostro. "Suéltame mierda!" Le grito, mientras una a una me desprendo sus garras. Esta sí es la última vez.
"No mi amor, no he visto al gatito. La última vez que lo ví, estaba junto a la lavadora mientras echaba la ropa". Con esta me las pagaste todas juntas, bestia sarnosa. Unas cuantas vueltas en el ciclo "enérgico" te deberían enseñar. Pero no. Nuevamente veo tu cara de estúpido en la mañana, jugando con un calcetín viejo y mirando tu plato vacío. Tal vez hoy, cuando saltes con tus garras listas hacia mis menudencias, me quede gustando, gato tiñoso, y de un segundo a otro me vuelva zoofílico. La palabra "anticucho" se me viene a la mente. Te aseguro que esa va a ser la última vez que nos veamos: mi señora, o te mata a tí, o me mata a mí. Por lo menos yo aporto al hogar con mi trabajo, insignificante montón de pelos y garras. En esta ocasión, llevas todas las de perder.
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