A propósito de un revolucionario cambio en los medios de locomoción de nuestra ciudad:
T ranseúntes con la mirada perdida en lontananza,
R elojes que punzan sus muñecas nerviosas,
A ngustia en tránsito, rabia en movimiento,
N egras nubes cubren su entendimiento,
S on cientos los que buscan un destino,
A lgunos tecnócratas dictan conferencias,
N iegan el problema, lo minimizan,
T ibias declaraciones se lanzan al aire,
I nútiles consignas que a nadie convencen,
A fuera, en las calles, la gente aguarda
G arrapateando un mapa de lo imposible,
O lvidados, desorientados, a la vera del camino.
No importa quien haga los cambios, en los cementerios, los sepultureros siempre son los mismos. No puede haber cambio de mentalidad si lo que cambia es sólo el uniforme del energúmeno. Los positivistas ven un auspicioso futuro, los pesimistas quieren algo que no sea lo que es, lo que también denigrarán más adelante. Lo que ellos necesitan es un caudillo, alguien que vocifere, no importando lo que diga, por lo menos hará ruido…
Ahora sé que al hijo de la gran perra lo llevan en auto...
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