Hoy te debo confesar,
que me siento atrapada en el mar,
entre gigantescas olas
que me pretenden tragar.
Ellas parecen vivas,
no pueden callar,
sus grandes brazos me aseguran,
que ahí podré olvidar.
Mis lágrimas de sangre
se unen con las aguas de este lugar,
su color ahora es confuso
pero con el cielo no se mezclará
Ellas piden clemencia
de esta alma que llora
por un dolor del pasado
y que jamás nunca se ha borrado.
Texto agregado el 12-02-2007, y leído por 112
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