No me dejo llevar
simplemente
me voy decapando.
Capa tras capa
hasta no ser,
capa tras capa
para volver
y deshacer
lo que ya no soy,
desnoser,
desesido,
desestado,
desertado y no fijado.
Me he obligado
a vivir muchas noches
y morir
en una niebla
luminosa
que se antojaba
eterna.
Se me cierran
las puertas
que no tomo
con la tentación
de no abrir la siguiente,
nunca con la coherencia,
sí con la inconsciencia
de buscar respuesta
para todo,
para el duelo
y la risa
la prisa
sin suelo
ni media suela.
Los silencios duelen
y las explicaciones
no sirven
cuando el sustento
del sentido
son impuestos
a la cordura,
duro descabello
de lo bello
y la duda
...no hay dudas
¡No dudes!
¡No dudes!
¡Nadie duda!...
Yo no puedo...
Me declaro vulnerable
Y me adhiero
a la utopía:
salvar
lo que luego
nos salva.
Me salvaron,
me dejé salvar
de mi
y la desesperanza.
Me quedo,
y que nadie manche
este daguerrotipo
que fijo en la memoria
como lo que fue bueno:
Mi última muerte
Para sobrevivir
acabando
de la única forma
que puedo
acabar
un poema
como este...
callando.