(En proceso)
Rara vez puedo no interesarme en lo sucedido sobre la acera, en las casas, en los edificios, en los letreros, dentro de los autos, en los autobuses.
Siempre observo y observo como para deleitar el silencio y aprender más de aquello que me ayuda a escribir.
Yo pensaba que esto me sucedía únicamente en Lima. Concluí que en Buenos Aires también. He de confesar que allí, me gusta más la caminata.
Caminar es entonces, un sondeo visual, un aprendizaje, en donde el medio no interesa, porque puedo estar trepado en el auto, o mirando por la ventana polvorienta de un autobús. En este último caso, la realidad tiene un velo, - me pongo a pensar -.
¿Y hacia dónde vas tú niño en bicicleta? ¿O tú mujer hermosa a la moda? ¿O qué te motiva la caminata de hoy abuela ochentera? ¿Todos tienen un camino? ¿O llevan una caminata vacía?
Caminar es una mezcla de farsas intelectuales, movimientos físicos, herramientas para el uso indirecto del cuerpo o simplemente, cuarenta pasos en total disfrute con la brisa, el frío, o el calor, intentando durante toda tu vida, llegar a algún destino cuando en realidad el único destino al que vas directito, es el mismo al que va tu vecino, y de antemano ya lo conoces. -¡Jolines para los deprimidos mi observación diría la Camucha! ¡Andate a llorar lejos que aquí mojas! ;)
Lo que importa, en todo caso es observar lo que queda de aquel supuesto camino, antes de que todos lleguen al final y escribir trozos, porciones, fotos, imágenes, memorias, recuerdos, vacíos.
Observar cómo gesticula la gente, cómo conversa, cómo ríe, cómo llora. Aprehender los sentimientos de alegría, que vienen luego del golpe de este niño que se cayó en la vereda, y su risa al levantarse, tan esperanzadora. Esas cosas me contagian un poco de fe en el mundo.
La travesura malholiente de un perro cae sobre el camino de muchos. Una abuelita en bastón maldice tras pisarla. La emprende contra el animalito a bastonasos y se transforma en una vieja renegona. El dueño del perro también reniega. Siento que la gente reniega porque otros reniegan. Su mundo sería otro, si tan sólo le hicieran caso al perro que mueve la cola feliz, mientras ambos se siguen peleando.
Caminar es conocer las diferencias. Es muy diferente la reacción inoculada de odio, en una mujer independiente, que la misma reacción, en una mujer condenada a la subyugación, a causa de un maldito irrespetuoso que la llena de groserías injustas, y que estoy aguantando, aquí al lado, en el bar.
Caminar vacío le hace daño a muchos hombres, no sólo a las mujeres.
El café que se enfría, la empanadita se ve sabrosa. Mejor me decido a eso, antes de volver a caminar mi camino vacío, sentando aquí, al aire libre, en la Florida. |