MI ANGEL
He vencido a la muerte,
y un ángel vengativo
persigue mi fracaso,
se arrastra por la geografía
de mi cuerpo
que el viento empuja
a ningun lugar.
Reconozco tristemente
su humedad,
el olor de su humedad,
chocando contra los muebles.
Cadáveres silenciosos
rondan por las esquinas
azules de mi barrio,
cuando la tarde descansa
su siesta,
en los árboles secos
de esta ciudad
llena de gente sorda.
-¿He vencido a la muerte?-
Y a menudo,
el corazón se empeña
en golpear mis mañanas
y va goteando
líquidos espesos,
en cada movimiento
involuntario.
Hoy desperte flotando,
rompiéndome en el llanto
de los que me han querido,
palidamente supe,
que el rumbo de mis pasos
era sencillamente
al precipicio.
Y ahora,
mientras me hundo
en esta tierra fría,
el ángel vengativo se sonríe,
me envuelve en su calor
mortal y breve
y en sus llamas
bostezo como un niño,
me acuna largamente
en una ceremonia
de sepulcros y vinos,
luego
descendemos al barro,
de donde en realidad
nunca salimos...
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