No pretendo anticipar a nadie la secreta y misteriosa sensación que a día de hoy siento. Tampoco plasmar el modelo para mi ideal que esto supone. Tan solo, quiero gritar, decir al mundo, hablar en sueños, tatuarme por todo el cuerpo en signos llamados letras, una aproximación a lo que podría ser un sentimiento, antagónicamente, racional. Con el fin de compartir con todos aquellos que me rodean esta situación tan dulce como extraña que hoy me envuelve.
Algunos lo relacionan con un mundo encantado, donde apenas hay movimiento, solo mariposas que recorren tu cuerpo agitando apresuradamente las alas. O bien, pequeñas ninfas del bosque, que gracias a sus poderes embaucadores consiguen mantenerte flotando entre nubes de algodón, sabiendo que nunca caerás, y si lo haces, las mil y una flores del suelo te salvaran de una buena caída.
Otros lo entienden como un sinfín de verbos, un admirar, comprender, compartir, hablar, querer, abrazar, pensar, amar, soñar, trasmitir, bailar, descansar, innovar, luchar, sorprender, saber, intuir, ser…
Otros con un cúmulo de sustantivos, que para algunos no serían más que un conjunto de palabras sin relación alguna, carentes de un significado, palabras, nombres, como amor, alegría, tristeza, añoranza, abrazo, beso, camino, casa, olor, respiración, futuro, cama, regalo, sueño, beso, sábana, tiempo, cuello, manos, lugares, viajes, recuerdo, camino…
Todo ello, lo siento. No pretendo despertar envidia, solo curiosidad, para aquellos, que nunca han sentido dentro de sí, una ninfa, mariposas de colores, una agobiante sensación de querer amar, de querer amar más de lo que se ama, de tener recuerdos, de luchar por un futuro, un camino, en el que entre flores y bosques solo estáis TÚ y EL.
Te amo Jorge
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