BELLEZA DE FOTOGRAFÍA. Agregado el 01-03-2006 en este portal. Editado el 09-02-2007 / 10-02-2007.
¡Qué suerte la mía por tener que llegar al Centro Comercial Colmenares durante 15 días a tomar fotografías!
No es precisamente por el gusto de hacerlo, prefiero dormir, si me preguntan. Pero luego de un viaje terrible en omnibus desde Trujillo, y varías horas agotadoras de reuniones y preparativos, no tenía mejor conclusión sobre mi suerte, más aún tras saber de su existencia sobre este planeta.
El día que empezamos a tomar fotos en la locación, la miré totalmente embabosado. Me atravesó el sistema nervioso, con ese flechazo de belleza indescriptible, con Cupido encima dirigiéndolo sin remedio. Era ella. Solamente ella y la angustia en el desayuno, por salir corriendo y saber si habría un día más para verla e intentar hablarle.
No era una mujer fácil de abordar, dicho sea de paso. No estaba en el grupo de modelos de Guki, la marca que pagaba mis honorarios, pero de modelo lo tenía todo. Era la Administradora de la tienda vecina, con treinta años viviendo frágiles primaveras, tiernas aún sobre su piel. Ella, sólo ella, fue la causante de mi enorme gasto en rollos, fotos desviadas, desenfoques inexplicables, lentes mal regulados, ángulos poco beneficiosos, del cambio de escenario de fondo cuatro veces.
Para decirlo de algún modo, simplemente tenía la sencilla capacidad, de desconectar en lo inmediato, tras su paso zigzageante, aquella neurona que me quedaba viva, luego de la muerte instantánea de las demás.
Hasta mi economía ya andaba afectada con todos los gastos, gracias a mis patinadas poco profesionales:
El primer día que la ví conversaba con un cliente. Un señor tupido de años. El tipo éste, le hizo perder a la pobre, casi treinta minutos, por decidir si era amarilla con rayas o amarilla sin rayas, la estúpida cartera que quería comprarle a su mujer. ¡Cómo podían hacerle eso! Queriendo dispararle al maldito, se me quedó atorado el botón de la cámara.
Resultado: Cuarenta y seis tomas de la misma modelo, en la misma pose. ¡Diablos!
El segundo día, la alegría fue efímera. Mantuve enfocado el centro de su blusa en mi vista, con sus hermosas pecas de colores castaños en un incremento de mil veces. ¡WOW! Pero recibir una factura igual de espectacular y descubrir que las veinticinco fotos de sus pecas no decían mucho.. ¡Así de grandotas! me complicó la vida.
Al día siguiente recibí un golpe duro: no llegó a trabajar. En su lugar, un flacuchento de tercera, intentaba superar lo insuperable. No podía convencer a ningún cliente. No tenía el don. Salió corriendo de la tienda, más de 5 veces detras de la gente, por darles más de la cuenta en el cambio, asumo yo. En fin, fue un mal día y la extrañe enormemente.
Al cuarto día, "nos fue mejor". Se dió cuenta de mi:
- Señor disculpe. ¿Usted es el encargado?
- Esteee.. si...
- Mire me están cayendo los flashes sobre la luna... ¡Y ya hasta veo cuchucientasmil lucecitas por todos lados!
- Es queee
- ¿No podrían moverse más cerca de la entrada de la tienda que están tomando, en lugar de usted estar tan cerca de la mía?
- Ya, lo que vamos a ...
- ¿Por favor si? ¡Chaucito!
Fue el diálogo más excitante de mi vida, a pesar de tener que abandonarle para moverme más lejos de su tienda, a mi posición original.
Como no hay quinto malo, decidí desayunando, al mirar la tostada rebalsando en mermelada, que hoy sería el día en el cual un empalagamiento de amor, no me haría nada mal. Le diría lo bella que es y mis intenciones serias de querer comprometerme de
una vez por todas. Llegué media hora antes de lo normal, dispuse la escena fotográfica, como de costumbre, la esperé impaciente. Totalmente bañado en un perfume que me costó 3 horas de decisión y cuatrocientos cincuenta dólares, tomando aire, escondiendo la panza, y con mi mejor cara de valiente entré y me puse enfrente. Estaba allí, preciosísima toda ella. Me miró justo cuando andaba con un dedo apunto de darle clic a su pc. Sonrió, -¡al fin!- se sacó las gafas, salió de su mostrador, vino hacia mí con una mirada de satisfacción por el encuentro, totalmente dirigida a mis ojos y ...
- ¡¡¡Hoooolaaaa Mariiiiitza!!! ¡¡¡Amiga del alma!!! ¡¡¡No te veo desde el coleeee!!!!
Me desinfló en el acto. Por un momento me sentí el galán súper bien posicionado de una telellorona de alto raiting. Cuando recuperé el sentido, una ridícula mirada coquetona y convenida, de la vendedora asistente, me decía: "¿Le enseño algún
modelito para su novia?" ¡Miércoles! ¡Felizmente no escuchó eso! Salí disparado y para justificar mi presencia, con una bufanda azul de metro y medio y hecha a base de una tosca lana gruesa de colores, me quedé parado en caja con desesperación... Al salir con la bufanda cai en la cuenta que estábamos ¡en pleno verano! ¡Qué idiota! ¡Sesenta y nueve dólares al tacho!
Después del incidente, me detuve. Por primera vez en la semana, pude concentrarme en lo que había venido a hacer. Y así me mantuve desintoxicado, el sexto, séptimo, octavo y noveno día. Prácticamente no notaba mi presencia, y bueno, tampoco mi ausencia. Los resultados del ataque no eran de lo mejor. Pero no podía rendirme, debía rescatar la voluntad y crear fuerzas para seguir, de donde sea. Así que me mantuve vigilante, latiendo en compás de espera, para detectar la menor oportunidad de lograr hacer viable nuestro destino.
Y la oportunidad llegó el noveno día.
Por la vitrina de la tienda, la ví y me sonrió. Ella no podía quedarse sin conocerme. Había recapacitado, me quería conocer. Así que en medio de mis ridiculeces, ya estaba otra vez delante de su mostrador. Tomé todo el aire que pude y le dije sin tapujos, cuatro segundos después de haber notado su sonrisa:
- Eres la mujer más bella que he visto en el Perú" Noooo en el Perú noo. ¡En el mundo! No hay Administradora más hermosa, iluminada e inteligente en todo Colmenares, que únicamente tú. ¡Perdóname! ¡En ningún Centro Comercial del planeta exite una mujer que si quiera te llegue a la zuela de los zapatos! Tus tornasoladas pecas café, adornan como joyas hindúes todo tu pecho y yo deliro como un poema de amor descontrolado, imaginándote entre mis brazos, sin lograr dormir. Desde tus ojos, hasta el sol y la luna, hay un camino de fuego que quema mis pensamientos, adornado con un susurro de indescriptibles sensasaciones que aquí mismo te las bajo desde las estrellas, si acaso podemos estar juntos. De pronto, se me ocurrió decirle también, que sería la justificación de mi existir, todo un honor para mí, el poder almorzar con ella hoy. Y mientras estaba
tratando de tomar la siguiente bocanada de aire, ordenó que bajaran el volumen de la TV y me respondió ¡tan pero tan sexy!:
- Discúlpeme Señor, no pude escucharle, ya bajé el volumen ¿Qué me dijo?
El tremendo desgaste parietal era irrepetible. Ahora sí todos los planes habían fracasado. Mirándola como degollado, y buscando alternativas en su aparador, sólo atiné a responderle:
- Nada.. sólo preguntaba... ¿Qué precio tienen estos aretitos?
Y salí de allí, con los aretitos más caros de mi vida, sin tener a nadie a quién regalárselos.
El día 10 amaneció en penumbra. No quería ir a trabajar. No terminaría mis días en Lima, sufriendo así, con el sólo hecho de verla. Mis temores eran inmanejables. Caminando por el centro, me tomé un café para disipar el estrés. La tristeza profunda y
el trago amargo del día anterior eran insoportables. Salí del café. Caminé cuadras enteras, dando vueltas en círculos. Y levantando la mirada un anuncio publicitario apareció: "Si no logra sus objetivos, es por que no tiene una estrategia! Abnicolao Consultores Asociados. Llámenos."
¡Era exactamente la herramienta que necesitaba! ¡Claro una estrategia! ¡Cómo no lo había pensado! ¡Una estrategia me arreglaría la cara de idiota que llevaba! Pero... ¿Qué estrategia podría aplicar ahora?
Me la pasé ese día pensando y pensando. Me fui temprano al departamento, comencé a reunir ideas de internet, consejos de amigos, amigas, de foros, sitios de contactos y en fin... Me la pasé armando el plan los días 11, 12, 13 y 14. Hasta que llegó el último día de mis servicios. Tristeza total. ¡No tenía
estrategía!
Con el sinsabor entre las manos, me fui al Centro Comercial a esperar al Gerente de Guki en su tienda. Unos minutos más tarde, la secretaria se disculpaba por teléfono. La reunión se llevaría en el edificio corporativo de la marca. Mirándola de lejos, me despedí. Otra historia más sin poder fotografiar en mi vida y un trabajo de fotos que no llenaba el vacío. Mientras ella salía hacia el estacionamiento, yo emprendía el viaje al centro de la ciudad, a la reunión. Y ahí quedó todo, sólo pude averiguar que se llamaba Andrea, hasta bello tenía el nombre...
Llegué al Edificio de Guki tras quince minutos al volante. Ingresé a la recepción. Esperé. Quince minutos trascurrieron. Cuatro Ejecutivos de Marketing y el Director Comercial Corporativo se presentaron y me llevaron al treceavo piso, directo a la Sala de reuniones...
- ¡El desarrollo en las imágenes, ha resultado impecable!
- ¡La edición gráfica es muy profesional!
- ¡Nuestra estrategía será todo un éxito!
Los comentarios me inyectaron ánimo y satisfacción profesional. De pronto, un golpecito de puerta, todos arriba para la bienvenida y ella, guiada por el Director, saludando a todos:
- ¡Hola Andrea! Llegaste rápido, disculpa la premura de esta reunión, tuvimos que convocarte de último momento para que conozcas a Rodolfo, nuestro asesor fotográfico...
- ¡Hola! ¿Te he visto trabajar fuerte eh? ¡Tu trabajo me ha maravillado! ¡Qué belleza de fotografía!
- La Señorita Andrea, nuestra Administrador de "Guki Teenager" me ha convencido para hacer ahora, las tomas en su tienda, la tienda que ella administra en Colmenares. ¿Será posible contar con su ayuda?
- ¿Contar? ¡Está vez no cuento los días!
- ¿Cómo? - me preguntaron ambos al mismo tiempo...
- Nada, no me hagan caso ;) ¿Cuándo empezamos?
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