Atiné al reconocer la sangre en sus manos. pero al levantar la mirada estaba esa rojiza vertiente clavada en todas partes. El suelo, las paredes, el techo, el televisor. Todas las cosas. Lloré por horas.

Al rato después me dirigí al baño a asearme. Estaba enteramente sucio y me molestaba bastante estar así, necesitaba una dicha rápida ya.

Encendí el cálefon y eché a correr la ducha.
Me metí de lleno al chorro de agua caliente y miraba mis pies para no quemarme la cara.

Todo era rojizo, el líquido quedó impregnado en las orillas de la tina.

Tomé la toalla y vi por entre la puerta del baño, la había dejado junta y sí, ahí estaba todavía clavada a la muralla.

Sabes, soy algo maniático. Las cosas deben estar en su lugar siempre. Me pasa a menudo con el salero en la mesa. si alguien lo toma y lo deja, yo lo tomo y lo dejo donde estaba. Pero no creo que eso sea mucha información para usted.

Bueno, salí de la ducha y me vestí, un traje nuevo por su puesto, roja interior negra y mi sombrero. Tenía pensado irme de la ciudad así que preparé algunas maletas y llamé un taxi para que estuviese en media hora bajo mi departamento.

Me preparé un café con el hervidor eléctrico y me senté al balcón para ver por última vez la vista que disfruto siempre, o mejor dicho que disfrutaba.

Sentí el bocinazo y bajé.
El taxista me miraba algo raro, pero se notaba buena persona, me ayudó a guardar las maletas y marché.

Me senté atrás como en las películas y recordé algo.
Había olvidado apagar el cálefon.

me dije por primera vez que dejara todo como estaba. Incluso el salero.

A mitad del camino decidí bajarme, pagué al taxista y tomé mis maletas. Estaba cerca del risco ése donde me encontraron. Levanté cada una de las 3 maletas que había hecho y las lanzé al mar.

Estaba enloquecido. Crucé la baranda y no lo pensé dos veces.

¿Eso pasó cierto?, ¿no es mi imaginación la que está surtiendo efecto?

Nunca pensé que podría hacerlo algún día.
Acabé con el amor de mi vida y con el suyo también: Yo.

Perdóname, de verdad nunca pensé, eso fue, nunca pensaba. Fue una estupidez. Ahora ya nada puedo hacer.

¿Alguna otra oportunidad señor?
... Ah, bueno, entonces ya me retiro. Gracias por su tiempo. A veces pieso en que no quisiera estar muerto.