Hoy escribiré solo porque necesito hacerlo.
Hace mucho tiempo que no escribo nada que pueda enhebrar en mi cabeza, no porque no pueda, más bien porque no lo he intentado, he rehusado hacerlo.

La alegría vino a mí hace más o menos un año, en que mi vida cambió drásticamente, después de un periodo de intenso sufrimiento. Todos los días sonriendo, conociendo gente nueva, nuevas experiencias y nuevas alegrías cada día.

Todo eso, me ha tenido muy ocupado, si he de definirlo de alguna manera. No he querido dar un vistazo bajo la ropa para verificar que las heridas cicatricen convenientemente.

Ya después de mucho andar, casi las antiguas penas ni siquiera se asoman a mi cabeza, casi no recuerdo porqué pude haber estado triste, pero hay algo que, aún con toda esta felicidad, con esta nueva vida, con tantas cosas bellas que me han pasado, hay algo, sí, hay algo que me incomoda, y es este nudo en la garganta cada vez que llega la noche y estoy aquí, en casa, en silencio, escuchando el repicar de las teclas bajo mis apresurados dedos, sin sentir nada más que el frío de la noche, y no escuchar palabra alguna que se sobreponga a la que me acompaña siempre, en mi interior, y me guía en este escrito.

Creo que, no basta con olvidar los dolores, no basta con dejar las penas y luchar cada día por la alegría, no basta con pensar positivo ni basta con creer que la vida es hermosa, creo que, en esta soledad que me acompaña, no soy el único que piensa así, pero me siento solo.

Feliz, claro, contento, puede ser, con nuevas amistades, palmoteos en la espalda y muchas, muchas lindas sonrisas dirigidas con cariño hacia mí, pero falta algo, no creo, siento, estoy seguro que falta algo por hacer, tal vez sea dejar este complaciente y templado hogar de felicidad, de alegrías, y dar un vistazo a mi alrededor, y comenzar de nuevo, otra vez, para retomar el camino que se escapa.

Ya no basta solo con rodearme de alegrías, necesito practicarla, y aquí en casa, por las noches, solo la puedo compartir conmigo. Espero que llegues pronto a mi vida, mujer amada, nos conocemos en sueños, en cada aleteo de las aves que surcan el cielo, nos conocemos, tu bien lo sabes, tal como lo se yo.

Soy quien te acaricia mientras duermes, quien te arropa cuando el frío baja por las noches, soy yo, el que te saluda desde cada nube y entibia tus pasos con cada rayo de sol.

Te espero, no pierdas el camino.