Y te regalo,
las palabras,
aquellas poesías
de dulzura,
que mecieron mil amores,
siempre niños,
el aroma del trébol
y mis flores.
Te consigno, mujer,
esas mañanas,
apuradas contra el sol,
nuestras sonrisas;
el afán y tesón
de aquellos días
sazonados de bruma
y de gorriones.
Te obsequio, yunta mía,
mi pasión - desvarío
la lujuria,
esa primera
que tal vez ya no recuerdas,
aquella que no viste
y fue perdida;
esos poemas de amor
que hay en mis libros
los libros,
uno a uno,
el diccionario del cariño,
la guía telefónica
en tres tomos,
el almanaque
del olvido,
el diario.
Llévate fémina,
también,
los chorros y arabescos
de la fuente
que caen en monedas
y son agua,
razón por la cual
siempre has odiado.
Te doy por presente,
oh ambiciosa,
el mobiliario entero
de mis penas,
el horno sin calor
y la vajilla
los adornos de plata
y de silencio.
Para ti queda, Sibila,
el saldo entero
en la cuenta mítica
de ahorros,
las llaves de nuestra casa,
sus rincones,
mi respuesta callada
a tus agravios,
las moscas de indiferencia
cuentas antiguas,
presupuestos,
nuestros sueños todos.
Aquí tienes malvada
los abusos,
del moledor de papas,
y tus gritos
rebotando sin respuesta
en mis orejas,
la mudez indiferente,
de mi espalda,
la ropa nueva y vieja,
como tú,
mis calzoncillos.
Te dejo, carterista,
esos desvelos
por una vida mejor
y mi pijamas,
la queja ciega y ocupada
en el teléfono
y el cable de INTERNET
desconectado.
Falsaria,
lleva contigo también
la tele vieja
el álbum de tus logros
el video
mi florero trizado
en la esperanza
los anhelos
en bolsas de basura
y el andar erróneo
de mis zapatos viejos.
Bruja maldita
llévate
llévate todo,
el matamoscas,
el rollo y portarrollo,
hasta el cepillo de dientes
nada, nada me quedo,
te lo dejo
que teniendo la vida
y a tí lejos
lo demás, sin duda,
es un detalle.
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