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Lo primero que notó de ella fue su perfume. El había subido en moreno y el perfume se le sentó al lado en paso del rey. La experiencia le había enseñado que las chicas lindas no suben sino después de Castelar pero por Merlo ya se aburrió de mirar por la ventana y empezó a mirar al piso. Vio sus zapatos y sus piernas. Lindas patas. Las piernas más bonitas.
Quería saber como era el resto de eso que hasta ahora era solo un perfume y unas piernas, pero como mirarla sin quedar como un desubicado, como un mirón, como un pajero, digámoslo de una vez que estamos entre gente grande.
En Padua ya estaba pensando en otras cosas, en las cosas que haría cuando sea presidente (una subvención a las chicas lindas, peatonizar todas las calles de microcentro, declarar la canción “la hija del fletero” como el nuevo himno nacional), cuando por un movimiento involuntario vio su delgada cintura y una remera apenas escotada que dejaba adivinar unos pechos duros pero generosos.
Son como un padre, pensó y se alegró por su ocurrencia.
Por lo que vio, ya le interesaba, aunque sea para seguir la premisa: “le pones una bandera en la cara y lo haces por la patria” pero tenia que verle la cara. Lo hizo en Morón, casi sin disimulo. Era hermosa. Morocha, de ojos azules, largas pestañas y nariz perfecta
Debía hablarle pero ¿Cómo? No le podía decir “hola, me llamo Roberto” la frase era muy osada para decirla sobrio y el estaba perdido sin su estupidez. No le podía decir “hola, me llamo Roberto” porque un tren no es un lugar para el típico encare de boliche. No le podía decir “hola, me llamo Roberto” porque se llamaba Julián.
Ramos Mejia. Él ya se sabia incapaz de hablarle así que la imaginó tonta. Una de esas chicas que viven para la moda, miran programas de chimentos y son fanáticas de “Ricky Martin”. Ya estaba a punto de convencerse cuando ella saco “Los Miserables” del bolso y se lo puso a leer.
Los miserables era el libro favorito de Julián, supo que de algún modo tenía que hablarle. Sus amigos no lo creerían: él, siempre tan galante y ahora sin palabras. _Siempre fui menos que mi reputación_ pensó.
En Liniers paso un chico pidiendo limosna. Ambos le dieron, se miraron pero no se atrevió a decirle nada. Él también se miró: Zapatillas Topper, Pantalón Corto y remera de los Redondos. No, no era el atuendo más seductor que podía imaginarse. Su hubiese sabido me habría vestido mejor y así si podría encararla _ se dijo, y después se corrigió: no, la tengo que encarar así. Por dios, no puede ser que sea tan cagón. Tengo que encararla ya. La chica es solidaria, inteligente y lo principal: hermosa. No se si no me gusta mas que el rock.
Pero no la encaró. En caballito tuvo una clara oportunidad. Otro chico paso a pedir monedas, otra vez le dieron los dos y una señora comentó: “no se porque tienen que venir todos los días a pedir monedas” y ella, casi como para si repuso: “tal vez porque quieren comer todos los días” lo dijo y lo conquistó. De esa miel no comen las hormigas, pensó Julián pero cuando ella lo miro buscando su aprobación apenas pudo sonreír, intimidado.
Cuando llegaron a Once Julián estaba resignado a que no le hablaría nunca. Ella se paro primero y camino hacia la puerta. Desde atrás también se la veía hermosa, dato que no les paso inadvertido al grupo de adolescentes que desde uno de los asientos del fondo le gritaron: “mamasa, con ese culo veni a cagar a casa”
“Descubrí que quiero pasar el resto de mi vida con vos, y cuando uno descubre eso quiere que el resto de su vida empiece lo antes posible. ¿Vamos a tomar un café?” claro, eso…. Eso es lo que le tenía que decir, es de una película pero no importaba. Tal vez no la haya visto. Estuvo todo el viaje buscando en la discografía de los redondos algo para decirle y estaba en una película.
La corrió y la alcanzo en los molinetes, ella estaba en el de al lado de él. Se miraron. Tenía los ojos más bellos del mundo. Ella le sonrió, después de los molinetes, se dijo.
Esa fue la última vez que la vio.
Un duro golpe en la ingle lo detuvo. Se había olvidado de poner el boleto.
Todavía dolorido llego a la puerta de la estación, para verla perderse en plaza miserere.

Texto agregado el 08-02-2007, y leído por 454 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
03-03-2007 señor cuento algo que le pasa a todos,, solo queria desirte que admito que lo que leiste fue un texto muy pobre,, pero comparemos,, te invito a q veas algo de lo ultimos y,,nose,, tal vez cambies de idea,, princess-at-night
01-03-2007 A mí me gustó, Peor, es un texto "muy tuyo". chantal-deveraux
11-02-2007 Cuando una tontería como ésta está como ahora, bien presentada, pierde su carácter y pasa ser un texto entretenido. Y eso ya es importante. Además. ¿a quién lo le pasó lo mismo? Salú. amalioreyes
11-02-2007 Mmm, lo que ya te han dicho, pero para no perder el viaje, por lo menos en insistencia no te quedas. Sí, me resulto entretenido y no latero, pese a su extensión, no es toda una obra de la literatura, pero a quién le importa?, la verdad yo no esperaba ni más, ni menos, pero volvemos a lo mismo, a quién le importa?. Una situación muy usual, que me arranco un par de risas. Igual bien. Notaninusual
10-02-2007 ¿ Que tiene que ver esto con salvar al mundo? ¡¡como te la ingenias para llamar curiosidad chico!! Esto que comentas aca pasa siempre, es algo real. stevenlappot
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