Las historias siempre se repiten, al parecer, aunque haya creído que aprendí del pasado. Aunque supe que no podrías responder como sabía que luego necesitaría. Aunque desde el principio supe que esto no debía seguir porque eres igual al dolor.
Creí que necesitaría d un tipo muy creativo para que me vuelvan a cojudear pero no…pasó de la misma forma y con las mismas características ya comprobadas como mi debilidad.
Por lo visto ya conozco al tipo de hombre que jamás podré cambiar, con el que jamás debería intentar, con el que jamás debería soñar. Por lo visto no basta una caída para dejar de soñar. Por lo visto, lo que considero “príncipe azul” siempre me llevará a ser la “princesa ahorcada”, la “princesa suicida” o en todo caso “el hada ahorcada” sin flor de loto (por supuesto!). El hada roto.
Nunca hay promesas, nunca definen situaciones, siempre se guarda algo (casi todo) ante los demás, se quiere solo a ratos, se busca solo bajo el alcohol, me alejas a cada instante, nunca llamas, siempre tiene que ser buscado, sonriendo y callando todo pasa (todo se arregla), siempre se vive con resentimientos y jugadas de escondites.
Siempre lo supe pero recaí bajo el estúpido sueño de que la gente es diferente y que no me podía pasar de nuevo. Por lo menos, no bajo las mismas estrellas, no bajo la misma fe. Me he decepcionado otra vez.
He llegado a la conclusión que los demás no me pueden decepcionar, que ya sólo yo lo logro. ¿porqué? Porque los demás son sólo quienes hacen explotar lo que no he corregido. Porque los demás no son más que acompañantes de la travesía. Ellos solamente influyen en la explosión pero la explosión es mía, me pertenece y permanece.
Entonces se me van bajando los humos y enciendo las luces de casa…estoy sola….nada ha cambiado porque todo permanece.
Y se me escapan de las manos las viseras con los aullidos muertos, con los aullidos vivos y refritos del corazón, que se han plasmado por todos lados y que termina en el mismo lugar: sin promesas, con dudas, sin ilusiones, con decepción, sin manos, con sogas y púas.
Entonces me ato nuevamente a la almohada, asiento la cabeza y recuesto todos los sueños dulces porque aquel vacío barroco, aquel vacío casi cruel, colapsal, abstracto, llega casi como un abrazo a sí mismo.
Porque he vuelto a descubrir que la victoria está donde no hay amor y que el tiempo no nos cambia…sólo cambian los tiempos.
Nunca seré lo que quieres, ya me pasó antes. Solamente que antes, intenté corregir y cambiar; ahora sólo me llené la boa de intentos. Casi vuelvo a cometerlo, casi…por centímetros. Ahora tengo una guía, tengo una buena amiga. Ahora confío y comparto con alguien que no compite conmigo. Nunca seré lo que quieres, ya me pasó antes y casi intento convertirme.
Al parecer, esta historia tenía que repetirse para que yo entendiera qué pasó años atrás y aprenda a quererme en realidad.