Ya lo se. No te preocupes. Yo se todo lo que piensas. Se que los médicos solo inventan palabrerías científicas sin sentido, intentan dar una respuesta a todo, y cuando la desconocen por completo, la inventan. Son muchos años de estudios, sacrificios, que solo les han transformados en máquinas calculadoras incapaces de dar sentido a algo que esté fuera de un radiografía o de un electrocardiograma.


Yayo, yo te conozco, y se bien lo que te pasa. Cuando te tiemblan las piernas, te tambaleas y acabas desplomado en el suelo es simplemente porque una de esas muchachas guapas que llevas conquistando toda tu vida te ha mirado, te sonrojas y caes rendido. Aún no has perdido ninguno de tus encantos de don Juan. Pero eso los batas blancas no lo ven, solo se rigen por números y leyes físicas a mansalva que levantan un velo negro que les ciega y les confunde.


Yo lo se. Me fijo. Estudio tus movimientos. Soy tu nieta, de tu sangre, por eso se lo que te pasa. Si olvidas cosas, es normal. Eres mayor, tienes muchos momentos, fechas y recuerdos inolvidables. ¿Para que acordarse de bancos, más médicos, citas, números de télefono…? Para eso están las máquinas, esas máquinas que llamamos ordenadores, con tantas prestaciones como el servicio fax, e-mails e Internet… Nosotros somos personas, y tenemos cosas, que cosas, recuerdos mucho más maravillosos e importantes en los que emplear nuestra mente. Nosotros recordamos esas tardes de verano en Asturias, jugando a que tu eras un marciano, y yo una princesita en apuros. Recuerdas cuando me enseñabas a pescar, y aquella vez que me quedé dormida entre las rocas porque no fue un buen día de pesca. Recuerdas el primer diente que se me cayo, la vez que intentamos dar calor a un huevo de oca pensando que podía salir un dinosaurio… Tantas cosas debes recordar…


Y yayo, tú te despistas más porque a tus “ochentaitantos” tienes muchos acontecimientos que recordar, y como todo ser humano, en nuestro cerebro hay que decidir, que guardar y que olvidar. Tú lo haces bien. Bancos donde tienes olvidadas cuentas corrientes, que te dijo el dentista el martes pasado, como se llega a la Iglesia, y más médicos… ¿Importa eso?

Un consejo, a los médicos hazles caso, escúchales, es su trabajo e intentan hacerlo lo mejor posible. Asiente con la cabeza, pero a la vez niega rotundamente. Tú y yo sabemos lo que te pasa, se llama vida, y es la enfermedad más bonita que se puede tener, guárdala bien, que yo estoy contigo.


Te quiere, tu nieta

Marta